Máximo Banguera, arquero de El Nacional y ex-seleccionado tricolor, conversó con los colegas de UN RATO AMENO (con Theo Posso, Karol Aguirre, Omar Sierra y Miguel Racines) acerca de varios temas, entre esos, la mala relación que había entre Carlos Villacís y algunos seleccionados ecuatorianos.

«Hay gente que sabe mucho de fútbol, hay otros que saben mucho de empresas. A mí no me gusta que un dirigente trate mal a los jugadores, utileros, de cocina. Yo vengo de gente pobre y te das cuenta de la prepotencia en algunas personas», empezó el cancerbero, histórico en Barcelona SC.

«Es verdad, uno se va resintiendo porque dice que por qué lo tratan mal, que porque tienen dinero se ponen así. Mira, con (Luis) Chiriboga, él hablaba con todo el mundo, siempre estaba pendiente. Ya de loq ue pagó aparte, cada uno sabe en qué se mete, eso no me interesa; pero destaco el gran trato que tenía con la selección», manifestó el portero.

«En cambio (Carlos) Villacís llegaba y solo hablaba de su camaronera. ¡Qué vamos a saber de eso! Estábamos en USA, había una conferencia y gente de administración dijo que nos pondría en una sala pequeña porque la más grande estaba separada para algo. Estábamos tranquilos, eso no nos preocupó y llega Villacís y dice ‘¿qué hacen aquí»», relató.

«Mandó a llamar al administrador y le dice ‘esto no puede ser así. Ya mismo me cabreo y a la final compro este hotel. ¿Cuanto vale este hotel? ¿diez milloncitos? Por gusto me hará enojar ya mismo y que lo compre con toda la gente adentro'», agregó.

«Parece broma, uno se ríe ahora, pero ahí te das cuenta. Yo siempre he sido molestoso y decía ‘entonces usted va a comprar el pase de Antonio Valencia y de todos. Los camarones no le van a alcanzar al hombre (risas). Le dije al presi que no merecemos ese trato (por molestar) y vuelve a decir ‘ya mismo compro el hotel'», detalló.

Finalmente, Banguera puntualizó: «A veces llegaba y él decía solo cosas de dinero. Que llamaba y que solo con eso ya podía hacer que depositen dos millones. Pero la gente no sabe. Compañeros sí le tenían fastidio por su forma de ser. Algunos no lo podían ni ver. Comiendo, Villacís entraba, se levantaban y se iban, porque sabían que hablaba cualquier cosa. A algunos les daba coraje».

Nota de: Víctor Loor Bonilla