En 1903, trabajadores británicos y portugueses fundaron en Oporto un club muy particular: el Boavista, reconocible por su icónica camiseta blanquinegra ajedrezada. Tras 122 años de historia y siendo uno de los únicos cinco equipos capaces de conquistar la liga portuguesa, las ‘Panteras’ atraviesan hoy el momento más delicado de su historia.
La pasada temporada, el club terminó como último clasificado de la primera división y, debido a sus graves problemas financieros y a los procesos judiciales por presunta implicación en tramas de corrupción, se le denegó la inscripción en segunda, tercera y cuarta categoría del fútbol luso. Una caída libre institucional que ha desembocado en el escenario más temido.
Ahora, el administrador concursal ha solicitado formalmente la liquidación del Boavista, dada la incapacidad del club para hacer frente a sus compromisos económicos. Aun así, desde la entidad portuense insisten en que este proceso no significaría necesariamente la desaparición definitiva, ya que el club asegura haber dado luz verde a un plan económico de rescate que podría mantener con vida a la institución.
La fecha crucial será el 16 de diciembre, cuando los acreedores decidirán si el proyecto es viable o si, por el contrario, el Boavista debe poner punto final a más de un siglo de historia.
La dramática situación del último campeón de liga portuguesa fuera del dominio de Benfica, Porto y Sporting (el Boavista levantó el título en 2001) y uno de los cinco únicos clubes portugueses en disputar la Champions League, recuerda a otros casos recientes en el fútbol europeo. Ejemplos como el Girondins de Burdeos en Francia o el Brescia en Italia ilustran cómo ni siquiera los gigantes históricos pueden sobrevivir cuando sus finanzas colapsan.
TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO