Sometido a un escrutinio constante, los mayores críticos reclaman a Pep Guardiola la Champions cada año casi como un inviolable deber, quizá por la riqueza de plantilla que le ofrece el adinerado City, tal vez por oposición a su particular ideología futbolística que con tanta vehemencia proclama con el balón y la palabra. Se le achaca no haberse desprendido del estigma de nunca jamás haber alzado la ‘Orejona’ desde que emigró del Barça y, por ende, se quedó sin la compañía de Leo Messi. Se pudo despojar de ese estigma en la final de 2021, pero el Chelsea lo dejó atrapado en él.

Esta noche, ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán (21:00), Guardiola iniciará su décimo intento por levantar esa rebelde Champions, una reclamación de la hinchada ‘citizen’ elevada casi a obligación una vez dispone de un nueve de verdad como Erling Haaland tras años jugando con uno de mentira. La llegada e instantánea integración del fogoso goleador noruego ha pulido casi la única imperfección de una plantilla excelsa que ahora también dispone de un depurado especialista en centros para resquebrajar los bloques bajos rivales. 

Por conjunción de su núcleo de jugadores, experiencia, calidad y los variados y abundantes recursos de que le dota Pep, no se le puede exigir otra cosa a este City que la Champions para el que es tildado -a veces con sorna-, como ‘nuevo rico’ junto al PSG empiece a arraigar en la tradición de la máxima competición continental con su primer título, esa Copa de Europa que Guardiola abrazó enseguida con el Barça en 2009 y 2011, que se le negó con el Bayern y que sigue intentando con los ‘Sky Blues’.

El control de las emociones

Sin ni siquiera que el balón haya echado a rodar, Pep ya recordó la moraleja que le ha enseñado todos estos años la Champions. “Más que la táctica, hay que darle mucha importancia a la emoción en esta competición”, reflexionó Guardiola en la previa de este Sevilla-City. Y es que sabe bien Pep que lo emocional trasciende lo racional. Se lo ha enseñado muchas veces la Champions con el frenético desenlace del Madrid-City de ‘semis’ del año pasado como agrio paradigma. La mística del Bernabéu pudo con la lógica y dos goles de Rodrygo en un minuto -más el de Benzema en la prórroga en el 95′-, dilapidaron el 0-1 y el trabajo de 174,  no sellado justo antes de la locura con las ocasiones erradas de Cancelo y Mendy.

No poder reprimir la locura que te lo quita todo en un instante o no dejarse hipnotizar por ella una vez desencadenada ha sido seguramente el gran problema para el de Santpedor. Todas las despedidas de Guardiola en eliminatorias de la Champions lejos de Barcelona han tenido un patrón repetitivo. La excepción, las semifinales entre Bayern y Atlético de 2016, la exageración, el episodio del Bernabéu. En casi todas, los equipos de Pep han colapsado tras encajar varios goles en un corto lapso de tiempo. 

Las eliminaciones de Pep en la Champions fuera del Barça

2014: Bayern 0-4 Real Madrid (3 goles en 18 minutos)

2015: Barça 3-0 Bayern (3 goles en 17 minutos)

2016: Bayern-Atlético (2-1 tras el 1-0 de la ida)

2017: Mónaco 3-1 City (2 goles en 21 minutos)

2018: Liverpool 3-0 City (3 goles en 19 minutos)

2019: City 4-3 Tottenham (2 goles en 3 minutos)

2020: City 1-3 Lyon (2 goles en 8 minutos)

2022: Real Madrid 3-1 City (3 goles en 5 minutos)

El precedente más doloroso, y del que Guardiola siempre ha dicho que ha aprendido mucho, fue el Bayern-Real Madrid en las semifinales de 2014. Acelerado por la bravucona y fanfarrona narrativa del entorno bávaro de ir a por el Madrid tras el 1-0 de la ida -«van a arder hasta los árboles», dijo Rummenigge-, Pep tomó muchos riesgos y el equipo de Ancelotti lo liquidó en 18 minutos con dos goles de Sergio Ramos (16′ y 20′) y otro en 34′ de Cristiano, que lo remató con el 0-4 en el 90′.

Al año siguiente, la fatídica y fugaz sucesión de goles corrió a cargo de Messi en la ida de las semifinales en el Camp Nou de ese Barça-Bayern (3-0) con el argentino dejando tendido en el suelo a Boateng con apenas un sutil movimiento de cadera en la postal más recordada. Fueron tres goles en 17 minutos, dos del de Rosario (77′ y 80′) y uno de Neymar (94′) en el día de un especial pero a la vez infausto regreso a su templo.

La Champions no pudo ser en el Bayern y a partir de 2017 Pep siguió sufriendo con esos malditos y veloces desfiles de goles. En ese 2017, en plena eclosión del fenómeno Mbappé, el Mónaco paralizó al City con tantos del galo y de Fabinho en el 8′ y el 29′ para el 3-1 final tras el 5-3 en el Etihad. En 2018, el Liverpool, en pleno éxtasis del ‘Rock and Roll’ de Klopp, arrasó en la ida de cuartos de final a los ‘Sky Blues’ con tres goles en 19 minutos en la primera parte de Salah (12′), Oxlade-Chamberlain (20′) y Mané (31′) para el 3-0 final.

En el duelo ante el Tottenham en la vuelta de los cuartos de 2019, el City replicó el doble bofetón de los ‘Spurs’ para remontar el gol de Sterling con un doblete de Son Heung-Min (minutos 7 y 10), con un nuevo tanto del extremo inglés y otro del Kun (3-2), pero prevaleció el polémico gol de Fernando Llorente en el 73′ para el 4-3 final tras el 1-0 de la idea y que se invalidara el tanto en el descuento de Sterling. El descontrol volvió a cundir en el City contra el Lyon en 2020, cuando dos goles de Moussa Dembélé en ocho minutos (79′ y 87′) despacharon a los ‘citizens’ (1-3).

Incluso Pep ya sufrió ese mal aún en el Barça. En la ida de las semifinales de 2010 contra el Inter de Mourinho en San Siro: derrota por 3-1, con goles en el minuto 48 de Maicon y en el 61 de Diego Milito.

Y en la final de 2021, se acusó a Guardiola de pretencioso en su planteamiento por prescindir de mediocentro defensivo contra el Chelsea el día que la armónica perfección defensiva ‘blue’ instigada por Thomas Tuchel venció a la vistosa perfección ofensiva ‘citizen’ inspirada por Guardiola. Seguramente la mayor reprimenda táctica que ha sufrido Pep junto con el planteamiento del Bayern-Madrid de 2014. 

Pep educa también a sus equipos en lo emocional como se deduce en la ‘disección’ que hizo Martí Pernarnau de él en su obra ‘Pep Guardiola, la metamorfosis’. En uno de los capítulos, el de Santpedor advierte sobre la necesidad de preparar a los equipos grandes para los escenarios adversos, menos habituales para los gigantes al ser su hábito la victoria. El catalán aplaudió tras la reciente remontada contra el Crystal Palace (4-2 tras el 0-2 inicial) que su equipo hubiera aprendido a remontar.

La gestión de la derrota momentánea, en efecto, es algo que el City ha asimilado en la Premier. Pero no ha aprendido a convivir con el agobio del tiempo en la Champions, con un margen de error mucho más reducido que un campeonato regular, aunque la memorable remontada contra el Aston Villa en la última jornada de la última Premier que valió el título -tres goles del 75′ al 80′ para levantar un 0-2  justo tras la debacle del Bernabéu-, reivindicaron el espíritu de los ‘citizens’.

Pep se lo ha dado y sigue dando todo a sus clubes sobre todo con su elevado porcentaje de éxito en ligas -10 de 13 posibles-, y también todo al fútbol. Ahí está la expansión de la figura del falso 9, la cultivación de otros matices como el lateral como un centrocampista más, esa salida de balón actual con los centrales y los laterales cerrados que tanto dista de la ‘lavolpiana’ con la que empezó. Pero, con razón o sin ella, también se le pide todo. Lo primero, esa rebelde Champions.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO