«No le queda mucho”. El mensaje salió en estos días desde las entrañas del Consejo de Fútbol, sin reparos y sin tapujos, desde el teléfono de una de las personas del club más cercanas a Juan Román Riquelme. El destinatario a través de WhatsApp lo abrió inmediatamente y no pudo con su sorpresa. Estaba hablando de Miguel Angel Russo y le estaban diciendo -palabras más, palabras menos- que el entrenador tenía los días contados. Esta persona indagó un poco más y también recibió el nombre de un entrenador con el cual el propio vicepresidente segundo supuestamente pensaba hablar para preparar el terreno para la sucesión.

A poco más de tres meses de la firma de la renovación de contrato de Russo con Boca, la situación parece irreal pero no lo es. En un club que se caracteriza por lo autodestructivo pero suelen culpar a los de afuera, en medio de escándalos por la foto de Tevez con Angelici y la interna entre el plantel y el Consejo, el técnico que ganó la Superliga y la Copa Diego Maradona quedó apuntado por la eliminación de la Copa Libertadores y “sus formas”, justo un término muy de Miguelito. Y no apuntado por cualquiera, sino por quien toma las decisiones y fue responsable de devolverlo a los primeros planos dándole la segunda oportunidad que nunca había tenido.

Unos lo llamaron “desenamoramiento” y otros “desilusión”, cuando Olé consultó qué es lo que ocurrió para que Román dejara de estar convencido de que Russo es el DT correcto para su equipo. “No es normal que una persona compre un departamento nuevo hace unos meses y ya se quiera mudar, algo te tiene que pasar…”, dijo una fuente cercana al día a día del plantel, consciente del cambio de postura del jefe JR.

Russo lo sabe y, en cierta manera, le resbala. Sabe por viejo zorro, por saber leer entrelíneas a los medios, no porque le hayan dicho algo a él. Le resbala porque esta oportunidad le cayó del cielo hace poco más de un año y piensa exprimirla.

Pero eso no quiere decir que no le haya dolido perder de la forma en la que perdió en Brasil. Le dolió mucho. E incluso, durante el mismo partido, cuando expulsaron a Fabra, temió por una goleada peor que hiciera detonar todo en ese mismo momento. Y luego fue consciente de lo que se jugaba en la final de la copa local: “Si perdía con Banfield, hoy no quedaba nadie», agregó la fuente en relación al destino que hubiera corrido el cuerpo técnico.

“No hacía falta levantar la voz, ni putear a alguien ni agarrarse a piñas. Sabíamos que algo se había roto en el grupo porque no nos podíamos mirar a la cara”, dijo hace unos días Tevez sobre ese momento post eliminación en semifinales ante el Santos.

La situación que se generó con Russo, sin embargo, no sorprendió, porque el propio DT conoce cómo es el club. “Miguel y Boca cometieron el enorme pecado de perder cinco partidos… Es más, el día que perdió el primero (Lanús), en la previa le entregaron el primer título de los dos que ganó en menos de un año”, remarcaron desde el lado del entrenador. “Boca salió campeón hace menos de un mes y ahora ya se dice esto de Miguel… En el 2007 ganó la Libertadores e igual se fue a los seis meses. Boca es así”, completaron.

La aparición del Consejo, hace una semana en un raid mediático, pareció estar cargada de un mensaje pesado para Russo, y así fue interpretado. Cuando Bermúdez, Cascini y Delgado bancaron al equipo y dijeron que hay “un plantel muy rico”, señalaron sin señalar al DT por no haber logrado el objetivo principal. Cuando dijeron que tenían cuatro números nueve y habían renovado los contratos a pedido del técnico, lo señalaron abiertamente…

Así y todo, días del sorteo de la Libertadores y del inicio de las competencias, “sin pruebas fehacientes de nada”, Russo mantiene una relación “cordial” con JR y sus laderos. Y tiene claro que, como siempre en Boca, todo terminará dependiendo de los resultados.

TOMADO DE DIARIO OLÉ