Seguro que Luis Figo todavía no entiende lo sucedido en el Camp Nou el 21 de octubre de 2000, veinte años atrás, y aun se siente víctima de las miserias del fútbol profesional. Posiblemente se deba a que el fantástico futbolista portugués siempre fue eso, un profesional de élite. Cambiar la camiseta y el brazalete culés por la zamarra merengue fueron gajes del oficio. El dirá que reportó 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros) a las arcas del Barça -récord del momento- y concluiría con la misma respuesta que en su día ofreció al respecto: “Yo soy portugués”.

¿Alguien se cree que Figo no era consciente de lo que significaba el fichaje? En todo caso su visión era diametralmente opuesta a la de los cien mil aficionados que abarrotaron aquella noche el Camp Nou para vivir un clásico Barça-Real Madrid que, más allá del triunfo catalán por 2-0 (Luis Enrique 26’ y Simao 79’), pasó a la historia por la clamorosa muestra de desprecio hacia el cambio de camiseta de Figo.

LA LARGA TRAVESÍA

Ese triunfo fue la última alegría en años, o una de las pocas, para la ‘Gent blaugrana’. El presidente Joan Gaspart dilapidó el dinero de su cláusula en fichajes que fueron fiascos y el Barça no volvió a levantar un título hasta la temporada 2004-05, después de ver como Figo se convertía en miembro fundador del ‘Madrid de los Galácticos’.

En aquel clásico de hace veinte años, un joven Carles Puyol se convirtió en el símbolo de toda la ‘Gent blaugrana’. Llorenç Serra Ferrer le ordenó someter a su excompañero a un pegajoso marcaje al hombre y lo secó. Luis no se escondió, ni mucho menos: pidió el balón a sus compañeros, intentó revolverse… Pero el defensa de La Pobla de Segur estuvo impecable, con su sentido de la anticipación y su desbordante energía.

La grada del Camp Nou rugió como nunca, especialmente cuando la flamante estrella madridista perdía el balón o se quejaba de alguna acción; y festejó como un gol el balonazo involuntario que le propinó ‘Puyi’.

UN TRÁNSFUGA ESPECIAL

Las muestras de rechazo se habían producido desde su llegada al aeropuerto de El Prat y no se extinguieron hasta que regresó a Madrid. Figo no era el primer tránsfuga que tomaba el puente aéreo, pero su caso dolió especialmente.

En ausencia del lesionado Pep GuardiolaFigo era el capitán y su mezcla de talento y espíritu de combate lo habían convertido en un símbolo. Que Florentino Pérez pudiera tentarlo con dinero, y después pidiera a Gaspart pagar la fianza con la que el flamante presidente madridista atrapó a su mánager Jorge Mendes, dolió menos que su escandalosa negación de la realidad, jurando amor eterno a la camiseta blaugrana cuando ya preparaba la mudanza.

SPORT Y EL PÓSTER DEL CLÁSICO

Figo juró fidelidad al Barça en una entrevista a SPORT, y la respuesta del entonces candidato Florentino Pérez fue doble: reafirmar que si era presidente ficharía a Luis para el Real Madrid, y que si el portugués se quedaba en el Camp Nou, él pagaría el abono de los socios madridistas de su bolsillo.

El empresario madrileño tenía atado al jugador a través de un acuerdo multimillonario con su representante, Jorge Mendes. Simplemente, una cuestión de dinero, como reflejó el póster que regaló SPORT para el clásico y que adornó las gradas del Camp Nou.

TOMADO DE DIARIO SPORT