La FIFA está preocupada por la situación que ha provocado el COVID-19 y, mientras espera el regreso de los torneos, solicitó una reunión de urgencia a la Internacional Football Associaton Board (IFAB) para debatir un mayor número de sustituciones durante los encuentros, con el objetivo de “preservar la integridad física de los jugadores y disminuir el riesgo de lesiones”. En la actualidad solo se permiten tres cambios durante los noventa minutos y si existiera un alargue para definir el partido se permite un cambio adicional por equipo.

El organismo que dirige Gianni Infantino deduce que cuando las competiciones vuelvan «es probable que éstas se enfrenten a un calendario de partidos, con una frecuencia mayor de partidos jugados en la semana y superior a lo normal”, razón por la cual se pensó esta solicitud de los cinco cambios y uno más en caso de que haya tiempos adicionales.

La intención es modificar la actual Regla 3 para ampliar hasta cinco las sustituciones y poder utilizar un suplente adicional si el partido llega a la prórroga (incluso si los equipos ya han hecho uso de todas las sustituciones permitidas). En caso de aprobarse, la medida también impactará en los planteles por cuanto debería ampliarse la cantidad de profesionales a disposición de los entrenadores e incluso el número de jugadores que ingresen al banco. Hasta la década del ’70 es necesario destacar que no existía el banco de suplentes tal cual se lo conoce hoy: los entrenadores no tenían relevos en caso de lesiones.

Hasta 1968, el reglamento no daba la posibilidad de los cambios durante el encuentro, por lo que los once del equipo que comenzaban el partido eran los que debían finalizarlo. Así, si un defensor se lesionaba era muy probable que terminara jugando de delantero, muchas veces sin participar del juego, pero al no haber sustitución prefería quedarse en el campo aunque estuviese limitado en sus movimientos.

Hasta entonces, el único cambio permitido era el del arquero porque se entendía la lesión o accidente de uno de ellos podría desvirtuar la esencia del juego. Entonces, si un arquero se lesionaba, solo en ese caso, podía entrar su reemplazante.

En el año 1969 ya se permitió sustituir a un jugador de campo por otro lesionado, pero siempre por lesión y no por razones tácticas; lo cual constituía una gran limitación para el técnico, lo que comenzó a superarse en la siguiente década.

En el Mundial de México 1970 se inauguró la posibilidad de dos sustituciones por equipos, pero no fue el único cambio impactante. En ese mismo evento se usaron las tarjetas disciplinarias por primera vez. El altercado del jugador argentino Antonio Rattin y su demora en salir de la cancha al ser expulsado en el Mundial de Inglaterra de 1966 fue el “promotor” del uso de las tarjetas rojas y amarillas para terminar con los desentendidos.

En la temporada 1994/95 se amplió el cupo de cambios, ya que además de los dos permitidos, se habilitó también el del arquero.

Un año después, en la temporada 1995/96 se produjo otra modificación y desde allí se permiten realizar los tres cambios libremente: sin ningún tipo de restricciones por la posición en el campo, lesiones o cuestiones tácticas.

Ahora, con la vista puesta en el fútbol pospandemia, la FIFA pretende llegar a cinco cambios por equipo. En la argumentación para lograr el cambio está la preocupación por los protagonistas: “La seguridad de los jugadores es una de las principales prioridades de la FIFA. Una preocupación a este respecto es que la frecuencia de los partidos, superior a la normal, puede aumentar el riesgo de posibles lesiones por sobrecarga”.

TOMADO DE INFOBAE