La dedicación y precauciones que exige el profesionalismo obligan a los jugadores incluso a renunciar a la práctica del fútbol lejos de la supervisión de los clubes en los que militan. Incluso a disfrutar de un pequeño campo de fútbol en el jardín de su casa.

Esto último es lo que le ha ocurrido a Gareth Bale, según The Sun. De acuerdo con la información publicada hoy por el tabloide, el Real Madrid tiene prohibido al galés jugar al fútbol en la casa que posee en Gales, una propiedad construida sobre un terreno de casi cinco hectáreas y valorada en cuatro millones de libras (4,5 millones de euros al cambio). Un veto debido a que el seguro contratado por el club blanco no cubriría en ese caso una hipotética lesión del jugador.

Un amigo de la familia habría comentado al diario sensacionalista que «Gareth estaba enamorado de tener un campo de fútbol en su propia casa. Después de mudarse reunió a algunos amigos para jugar un partido cinco contra cinco, pero ahora ya no puede. Su club lo quiere tener entre algodones y pienso que tienen miedo de que el campo no esté del todo bien y Bale vuelva a lesionarse el tobillo. Pero el campo está bien cuidado: contrató a un jardinero especialista en estadios deportivos para construirlo».