Uno de los pilares de la renovación de la FIFA es la transparencia. El organismo que regula el fútbol mundial decidió hacer públicos todos sus balances financieros y este viernes dio a conocer sus malas cifras de 2016: una pérdida récord de 369 millones de dólares y unas reservas que se redujeron un tercio.
Sin embargo, la culpa del descalabro financiero cayó sobre el ex presidente Joseph Blatter y sus “inversiones imprudentes”, según expresó la entidad que dirige Gianni Infantino desde febrero de 2016 en su comunicado. A pesar de que el escrito habla de “buenos resultados financieros” y de que este ejercicio es “un punto de inflexión” para superar su crisis, el aumento del déficit es innegable.
La FIFA explicó que las pérdidas de casi 400 millones son por las “investigaciones judiciales en curso y la amortización de gastos relativos a algunas inversiones imprudentes”, en alusión al Museo del Fútbol y la compra del Hotel Ascot de Zúrich, donde el organismo tiene su sede.
En 2016, las investigaciones costaron 50 millones de dólares. Se prevé un gasto de 22 millones de dólares para los años 2017 y 2018. En total, 40 personas están bajo la lupa de la Justicia estadounidense. La mayoría ocuparon cargos directivos en la FIFA, la Concacaf o la Conmebol.
Por otra parte, el emblemático Sepp Blatter —que abandonó el puesto de manera precipitada por vínculos con la corrupción— decidió construir el Museo del Fútbol, que terminó inaugurando Infantino. El museo está en su peor momento: en junio reducirán a casi la mitad el número de trabajadores (de los 106 iniciales sólo quedarán 51).
Desde su apertura, el edificio de tres pisos y 3.000 metros cuadrados solo recibió a 11.000 visitantes al mes, lejos del objetivo fijado de 250.000 visitantes anuales. Para su construcción se invirtieron 140 millones de francos suizos. Según varias fuentes, la FIFA estaría estudiando cerrarlo.
La otra “inversión imprudente” es la adquisición del Hotel Ascot, un edificio comprado en 2014 pensando en que la FIFA pueda reducir sus costos de alquiler de habitaciones en Zúrich.
La ayuda a las federaciones nacionales
A estos negocios, hay que añadir que se triplicaron las ayudas a las federaciones nacionales, una promesa electoral de Infantino.
Por todo ello, la FIFA se vio obligada a recurrir a sus reservas, que pasaron de 1.400 millones de dólares en 2015 a poco más de 1.000 millones en 2016. En 2017 se esperan pérdidas todavía más importantes, con un resultado neto estimado de -489 millones de dólares.
Otra promesa de Infantino fue la de hacer público su salario: alcanzó 1,5 millones de dólares y su secretaria general, Fatma Samoura, cobró 837.400 dólares.
Pese a todos esos números, la FIFA dijo ser optimista. Subrayó que las pérdidas están relacionadas con una nueva norma contable que le permite identificar mejor las fuentes de ingresos. Asegura también que habrá “un importante superávit en 2018, el año del Mundial, que contribuirá a la obtención de un resultado positivo en el ciclo cuatrienal de unos 100 millones de dólares estadounidenses”.
Como es costumbre al final de un ciclo de cuatro años, es el Mundial el que centra las expectativas y así será también en 2018 con la cita en Rusia. “En término de flujo de tesorería, estamos muy cómodos”, insiste una fuente próxima a la FIFA.
Didier Primault, economista del Centro de Derecho y de Economía del Deporte (CDES) de Limoges (Francia), apoyó la teoría: “La FIFA mantiene un modelo económico muy sólido. Hay picos y valles clásicos para este tipo de federación porque los beneficios están muy relacionados con el Mundial. El aumento del número de equipos conducirá a un aumento de los beneficios en entradas y en derechos de televisión”.