Por segunda vez en la historia, el Clásico del Astillero se juega de manera oficial fuera de Guayaquil. El Jocay es el escenario. Emelec recibe a Barcelona en un duelo clave para el futuro del campeonato que podrá significar mucho más que un encuentro para engrosar el historial.

En este 2015, el Clásico del Astillero está empatado por una victoria para ambos equipos. Los registros generales ponen a los amarillos con ventajas de 3 partidos ganados en los 209 jugados (Emelec ganó 63). Números fríos que quedan en el aire cuando toca jugar fútbol.

Es el campeón.  Con futbolistas distintos, de valía y que marcan la diferencia, sin embargo  ya no son tan  protagonistas como en el 2014. La transición a Omar De Felippe se le ha hecho más larga por situaciones ajenas a sus manos.

Su principal virtud es la fluidez por las bandas y las transiciones cortas o largas, la memoria colectiva pero, actualmente, lo predecible que es su juego termina castigándolo. Todo pasa por lo que puede hacer Miller Bolaños,  -el mejor de nuestro fútbol-,  cuyo exceso de responsabilidad termina desgastándolo. El rompecabezas de no encontrar a su centro delantero ideal también es un restante. 

Este equipo cuenta con material suficiente como para jugar de la manera que los llevó a la gloria, proponiendo y asumiendo el control del partido. Lo hacen pero con menor intensidad. Las lesiones de jugadores claves como Ángel Mena, Pedro Quiñonez y Fernando Giménez, son quizás,  las principales causantes de las limitaciones del conjunto azul. Por ahora, los dos primeros sumados a Oswaldo Lastra y Fernando Gaibor aparecen con el alta médica para este clásico.

Sin liderazgo futbolístico ni administrativo, Barcelona llega con menor porcentaje de chances si de favoritismo se trata.  El conjunto de Guillermo Almada viene golpeado de Casa Blanca y con la preocupación de no encontrar armonía en la interna por los temas económicos.

El cambio prometido por el técnico uruguayo quedó en eso. El equipo presiona pero no molesta, desordenados e improvisados. Poca identidad futbolística pero sobre todo muy poca entrega que terminan dejando con menores oportunidades de final al cuadro más popular del país.

El análisis excluye al azar como factor. El reclamo por los sueldos tapa la conspiración contra sí mismo. Llega Emelec.  Este Barcelona fatalista y autodestructivo debe mirar hacia adentro, enfocarse netamente en lo deportivo y sacar la casta que los llevó a ser el más veces campeón.

Es un fin de semana diferente. Hoy, Emelec llega mejor parado, pero es Barcelona quien tendrá en frente. El triunfo será determinante para el alza del ganador y caótico para el vencido.  ¡Que empiece la batalla en Manta!