De todos los entrenadores que hay en el mundo, el australiano Stanley Foster debe ser el que más mal lo ha pasado. Es que el técnico de la selección sub 23 de Micronesia ha visto cómo su equipo se ha ganado notas alrededor del mundo por las humillaciones futbolísticas sufridas en los Juegos del Pacífico que se disputan en Papúa Nueva Guniea.

En efecto, Micronesia perdió sus tres partidos del grupo A, por marcadores más parecidos al rugby que al fútbol: 30-0 contra Tahití, 38-0 ante Fiji y 46-0 frente a Vanuatu. Es decir, finalizó su participación sin unidades y con 114 goles en contra. Por donde se le mire, una pesadilla.

A pesar del triste desenlace, Foster estaba ilusionado antes del comienzo de estos juegos y declaraba su optimismo al diario Kaselehlie Press de Micronesia: «Por supuesto que las victorias y medallas son siempre el objetivo final. Pero mostrar el talento de estos jóvenes jugadores de Micronesia en un escenario internacional es una buena recompensa en sí misma».

Agregó esa vez, en junio recién pasado, que «espero que esta experiencia sea algo que recuerden con orgullo para el resto de sus vidas». De seguro, él mismo y sus jugadores lo recordarán.

El australiano, además, fue el responsable de un episodio particular: En el duelo ante Fiji decidió cambiar al arquero Walter Pengelbew durante el entretiempo. El detalle es que el reemplazante del portero fue el mediocampista Michael Reyes. Así, el que terminó el partido en el arco fue el también volante Dominic Gadad (el capitán del equipo). Por cierto, la modificación no impidió la vejación futbolística.

Al finalizar la ronda grupal, Foster pidió ayuda a la FIFA. «Si lo hacen, nos permitirá atraer asistencia técnica y todo lo que vendrá con ello. Será un gran empujón». Tal vez él mismo la requiera…