La siguiente historia presentada por el diario español MARCA es para ponerle mucha atención, un jugador en el siglo XXI ha vivido un infierno en el fútbol de la segunda división de Grecia en condiciones muy duras que han generado repudio a nivel mundial.

A continuación el artículo del mencionado portal:

Pedro José Pinazo Arias ‘Perico’ ha descendido desde el Olimpo hasta el Tártaro, el ‘infierno’ heleno, en cuestión de meses. «El pasado verano me ficha el Larissa (Segunda división griega) y, nada más llegar, marco tres goles. Nunca en mi vida me he sentido tan querido como aquí», comenta a MARCA. Una estampa ideal que se encargó de romper en 1.000 pedazos el presidente Evangelos Plexidas: «Llevamos cuatro entrenadores en lo que va de Liga y en enero tuvo que rehacer el equipo por completo porque se marcharon ¡15 jugadores! Ha habido partidos que íbamos ganando 3-0 y la gente pedía que se marchara de una vez».

Los otros cinco representantes de ‘La Armada’ que iniciaron la temporada en el Larissa (José Antonio Espín, David Verdú, Ximo Forner, Marc Castells y David Mainz) ya sufrieron a Plexidas: «A uno le dejaron sin puerta en el baño para que entrara la lavadora, a otro le tuvieron casi dos meses sin frigorífico… Vivieron un auténtico calvario. Ni jugaban, ni les pagaban. Aceptaron irse sin cobrar porque el presidente les amenazó con entrenarse en solitario sin poder ir ni siquiera al gimnasio y con no darles el transfer».

El ‘vía crucis’ de Perico arranca tras el parón navideño: «Yo me quería marchar porque tenía ofertas y me dicen que no puedo irme y que me van a poner una cláusula para que no pueda jugar en ningún otro equipo griego. La afición me insistió para que me quedara y terminé accediendo porque el cariño que me han demostrado es brutal. Tengo el Facebook repleto de mensajes de ánimo». Acto seguido comienza un nuevo capítulo de su tortura: «En febrero me presentan un papel de la FIFA con los huecos en blanco para certificar que estoy conforme con lo que he cobrado. Yo no lo firmo, si lo hubiera hecho habría perdido todo, y empiezan los problemas: me encierran en la tienda del club para presionarme, me empiezo a caer de las convocatorias, llaman a mi casa a la 1.00 de la mañana y me asomo a la mirilla y no hay nadie, unos ‘tipos’ que me querían ayudar me dicen que me vaya de la ciudad que corro peligro… Lo que querían es que me fuera, pero para denunciarme por incumplimiento de contrato. Vivía con miedo y no me podía fiar de nadie. Nada más llegar a casa echaba la llave. Además, tenía dos amigos que se quedaban a dormir conmigo».

La gota que colmó el vaso llegó el pasado fin de semana: «El presidente me citó en sus oficinas y decidí ir con una traductora para que no se rieran más de mí. El presidente le prohibió la entrada y empezó a llamarla puta y a decirle que se acostaba conmigo. Decidimos irnos y entonces fue cuando el presidente salió, me agarró por el cuello, me pegó dos porrazos, me metió en su despacho y me puso contra la mesa. A mí me cogió totalmente desprevenido, era lo último que me podía imaginar. Cuando vio que la traductora llamaba a la Policía, me soltó, abrió la puerta y salí corriendo».

La suerte de Perico cambió el pasado martes con una llamada a la AFE griega. «No se podían creer lo que he vivido. Me dijeron que me fuera corriendo para Atenas con la demanda policial, el examen médico y todas las pruebas que tengo en forma de grabaciones. Debo decir que se han portado de fábula y, tras una videoconferencia con la AFE española, hemos redactado la denuncia. Eso sí, cuando han visto el contrato, se han echado las manos a la cabeza: está todo lleno de trampas para que no puedas reclamar». Ya solo resta que se celebre el juicio: «El presidente va a defender que no iba a entrenar y que era un borracho. Otra mentira más. Hace una semana hubo un test de resistencia que aún está colgado en el tablón de la ciudad deportiva y saqué la máxima puntuación».

Perico aterrizó ayer en Málaga a la espera de que un juez le conceda la razón: «No sé cuánto me tienen que pagar. En Segunda B en España hubiera ganado más dinero. Si cobro algo, bienvenido sea, pero me conformo con poder seguir jugando al fútbol». Su paso por el Tártaro parece cosa del pasado.