El pasado 19 de enero, Robson de Souza (38), conocido profesionalmente como Robinho, vio como se le agotaban todos los recursos a su disposición contra la sentencia que le condenó en 2017 a nueve años de prisión por participar en la violación en grupo a una mujer de origen albanés en Milán. Tras casi una década desde que se produjeran los hechos, la Corte de Casación italiana confirmaba la pena del futbolista.
Ahora, una vez que Robinho se ha quedado sin argumentos para seguir dilatando el proceso, la Fiscalía de Milán pide su extradición y ha emitido en su contra una orden de detención internacional para que el jugador -que ya se vio envuelto en una presunta agresión sexual en un club nocturno en Leeds al poco de llegar al Manchester City en 2009- cumpla con la pertinente condena. Al igual que sucede con el otro condenado por el caso, su amigo Ricardo Falco.
“El único crimen que cometí fue no haber sido fiel a mi esposa, no cometí ningún error de violar a alguien, de abusar de alguna chica o salir con ella sin su consentimiento”, expresó el futbolista en una entrevista en UOL Esporte en 2020, donde negó en varias ocasiones que su comportamiento fuera inapropiado. “No tuve relación sexual con ella. Hubo contacto físico con consentimiento durante unos minutos, pero no llegó a haber ninguna relación sexual, ninguna penetración, nada de eso. Me fui a casa”, relataba el brasileño, que aseguraba que sus amigos sí tuvieron relaciones sexuales con la joven, que tenía 23 años en el momento de los hechos, aunque “consentidas”.
¿Cumplirá la condena?
En cualquier caso, el problema ahora radica en saber si Robinho cumplirá o no la condena. Refugiado en su país, el futbolista juega con la ventaja de que la Constitución brasileña prohíbe la extradición de sus ciudadanos y tampoco parece muy probable que Brasil ejecute la condena en caso de que la justicia italiana así lo pidiera para que ingresara en una cárcel del país.
En estos momentos, con la orden internacional emitida, Robinho podría ser detenido y puesto a disposición de las autoridades transalpinas solo en caso de que abandonara Brasil y fuera detenido en algún país que mantenga vigente un tratado de extradición con Italia. Un supuesto que también parece improbable.
TOMADO DE DIARIO AS