El medio argentino Mundo D resaltó al mediocampista Matías Oyola, quien se ha convertido en "ídolo" de Barcelona, al defender la camiseta amarilla durante 11 temporadas. Compartimos la nota publicada sobre el experimentado volante.
"El Pony" Oyola, el cordobés ex River y Belgrano que es ídolo en Barcelona de Ecuador
Aquel gurrumín al que la camiseta le quedaba gigante en el desaparecido club Boedo de Río Cuarto logró hacer cosas “grandes” con su talento, con su fútbol.
Matías “Pony” Oyola, de él se trata, es aquel niño que pintaba para crack con su zurda y a los 14 años dejó a su familia para irse a la pensión de River Plate, en Buenos Aires.
Y es el mismo a quien el fútbol lo llevó a transformarse en ídolo a más de 5 mil kilómetros de su casa, en Guayaquil, Ecuador.
Allí, Oyola lleva 11 años defendiendo la misma camiseta y en el mismo club. Un hecho que parece de un fútbol de otro tiempo.
Este cordobés que no encontraba su sitio en el fútbol argentino y que pasó por varios clubes fugazmente, se afincó en el Barcelona Sporting Club, donde es simplemente “el Capi”.
Oyola es Barcelona. Todo un símbolo del club más grande de Ecuador. Y, a sus 37 años, se siente con fuerzas y ganas de correr contra pibes, en algunos casos, 20 años más chicos. Está claro, ni la pandemia de coronavirus podrá retirarlo.
“La verdad que sigue complicado aquí en Ecuador, sigue la medida de cuarentena total, inclusive se ha extendido el período. Uno piensa que después de 45 días los cambios iban a ser favorables y no se están viendo eso. Se están tomando las medidas necesarias y no queda más que acatar las órdenes y esperar que esto mejore. En Ecuador el sistema de salud está complicado. Nosotros tomamos las recomendaciones y lo estamos cumpliendo, para ayudar a que los contagios puedan bajar”, le cuenta “el Pony” a Mundo D.
Matías acepta la charla para contar sobre su vida en Ecuador, país que lo cobijó y tanto él como su familia adoran.
“El 14 de marzo se paró el fútbol en Ecuador. Nosotros el día 11 jugamos el último partido contra Flamengo, en Brasil, por Copa Libertadores. Y ya se veía venir todo esto. Llegamos a Guayaquil y quedamos concentrados porque jugábamos por el torneo local el fin de semana. Ahí nos informaron que se suspendía el torneo hasta nuevo aviso. Nos hemos adaptado, entrenando de forma virtual, como muchos lo hacen. Nos vamos viendo de ese modo con los compañeros y tratando de mantenernos en forma. No es lo óptimo, pero no hay otra opción. Seguramente tendremos que hacer una pretemporada cuando volvamos”, cuenta “Mati”.
“En el primer mundo uno ve que han empezado los entrenamientos, tomando las medidas necesarias. Pero creo que estamos lejísimo de poder lograr eso acá. Obviamente porque las infraestructuras son totalmente diferente. Lo veo lejano”, dice, sobre el probable regreso de la actividad.
Mientras tanto, realiza la cuarentena con su señora y sus dos hijos.
“A los 14 años inicié mi sueño de ser jugador, cuando decidí irme a la pensión de River. Siempre uno sueña con triunfar en esto. Y por suerte encontré mi lugar en el mundo en Ecuador, en Barcelona. Nunca me imaginé que iba a estar tantos años, ya son 11. Es mucho tiempo realmente. Estoy feliz de haber tomado la decisión de haber venido para acá en ese momento. Siento que me ha ido bien, más allá de los logros deportivos, está el cariño que te demuestra la gente, la estabilidad de mi familia, vivir en una sociedad muy respetuosa. Estamos felices en Guayaquil, viendo crecer a nuestros hijos de una manera que nos agrada. Me siento a gusto con mi carrera”, reflexiona.
En 2012 se nacionalizó ecuatoriano y llegó a ser convocado para la selección. Debutó en 2016, con 34 años y llegó a jugar siete partidos para Ecuador (tres de Eliminatorias).
Cerca del final, pero no tanto…
Oyola cumplirá 38 años en este 2020. Y ya recuperado de algunas lesiones, dice tener todavía “algo de magia” en sus botines.
“Estoy más cerca del final de mi carrera que del principio, eso uno lo entiende. Pero trato de afrontarlo de la mejor manera. Este año cumplo los 38 y no se me cruza por la cabeza dejar de jugar. Me siento bien, me entreno para estar mejor, porque en la cancha te tenés que enfrentar con jóvenes que hasta en algunas ocasiones son 20 años más chicos que yo…. Me preparo para estar a la altura en todas las circunstancias y entendiendo el club donde estoy, que es el más grande del país. Espero jugar un par de años más, no sé hasta cuándo. Miro el presente y me siento muy bien en lo físico, en lo emocional. Tuve algunas lesiones difíciles, pero el club siempre me ayudó y eso es valioso. Hoy me siento bárbaro, esperando que esto pueda pasar para volver a jugar”, cuenta.
No fue fácil, pero logró cumplir su sueño de ser profesional y vivir de la redonda.
“Es muy difícil la vida del jugador, ni que hablar el hecho de ser del interior. Yo siempre fui muy apegado a mi familia y he llorado miles de veces en los rincones de las instalaciones de River. Fue muy difícil irme desde tan chico. Pero uno se adapta, empieza a socializar, a encontrar amigos que te hacen más fácil el día a día. Hoy sigo teniendo un grupo de Whatsapp con chicos de la pensión de aquella época en River. En todos los clubes donde estuve pasé cosas maravillosas. River fue mi segunda casa, donde dejé hermosos recuerdos”, expresa sobre su etapa en el club de Núñez, donde no tuvo demasiadas oportunidades y era cedido a préstamo.
Así recaló en Belgrano en 2007, donde formó parte de un equipo que se fue al descenso. De todas maneras, rescata lo vivido.
“En Belgrano encontré un grupo de jugadores fantástico y estuve cerca de mi familia. Fueron seis meses y me hubiese encantado que fueran más. La pasé muy bien, más allá de que el objetivo grupal no se consiguió. Hoy en día sigo hablando con Franco Peppino, con Matías Donett, con Ernesto Maceira, con varios chicos de aquella época. Teníamos un hermoso grupo, que no pudo evitar ese descenso. En el fútbol no se trata de merecimientos, pero teníamos un equipo para que las cosas fueran mucho mejor, que mereció más. Belgrano es un club maravilloso, jugábamos siempre a estadio lleno… Son recuerdos hermosos. Ya antes de ir a jugar a Belgrano, de chico, me gustaba el club, sus colores. Y tengo excelentes recuerdos de los partidos, de la hinchada. Me hubiese encantado que el desenlace fuera diferente”, rememora sobre su paso por el club de Alberdi.
El fútbol lo llevaría luego a Ecuador, donde pudo explotar todo su talento. Igualmente, su corazón siempre está cerca de Río Cuarto, donde lo esperan siempre todos sus afectos.
“Uno ha tenido un desarraigo obligado, por mi pasión por el fútbol. Pero siempre en diciembre nos vamos a pasar a las fiestas a Río Cuarto. Mi señora también es de allá y nos encanta la ciudad, nos encanta la gente. Hace unos años, te decía que cuando terminara esta odisea del fútbol íbamos a volver a Río Cuarto a vivir. Hoy, lo dudamos. Después de 11 años en Ecuador y ver el presente que tenemos, nos lleva a pensar en quedarnos acá, nos gusta muchísimo”, afirma “el Pony”.
“Hemos hecho un lindo vínculo con la gente, te reconocen el esfuerzo que uno hace, siendo un buen profesional adentro y afuera de la cancha. Se ha generado un cariño mutuo con Barcelona. Por lo general, el futbolista está dos años en un país, otro año en otro… Va cambiando de clubes. Te podés quedar cuatro o cinco años en un equipo. Pero 11 años en un club es muchísimo y poco común para la vida del futbolista. Eso me deja contento y orgulloso de la carrera que pude lograr. Encontré una linda ciudad para vivir y un club maravilloso. Ojalá se puedan extender un par de añitos más (risas). Pero aquí soy muy feliz”, cierra Matías Oyola, el cordobés que se volvió leyenda en Ecuador.