La Iglesia Católica tiene nuevo líder. Tras dos días de cónclave y cuatro votaciones, la esperada fumata blanca emergió de la Capilla Sixtina a las 18:07 del jueves, marcando el inicio del pontificado de Robert Francis Prevost, estadounidense de 69 años, quien sucede a Francisco bajo el nombre de León XIV.
Prevost, considerado uno de los hombres de confianza del Papa emérito, se convierte en el primer pontífice estadounidense de la historia. Su elección ha sido recibida con entusiasmo en el Vaticano y ha generado amplio movimiento en redes sociales, donde muchos han destacado su perfil cercano y moderno.
Pero León XIV no solo destaca por su trayectoria eclesiástica. A diferencia de lo habitual en líderes religiosos, tiene una afición muy concreta y poco común entre los pontífices: el tenis.
“Me considero un tenista aficionado. Desde que salí de Perú he tenido pocas ocasiones de practicar, así que tengo muchas ganas de volver a la pista”, confesó en una entrevista previa con Augustinian Order.
El deporte, para él, es una forma de desconexión:
“El tenis me ayuda a relajarme. Aunque mi nuevo trabajo no me ha dejado mucho tiempo libre para ello. También me gusta leer, caminar, viajar y disfrutar del campo”, explicó el nuevo Papa.
Protegido de Francisco y con una visión aperturista, se espera que el nuevo pontífice mantenga el rumbo reformista de su antecesor, pero con su propio estilo: tranquilo, reflexivo y con ese toque personal que, ahora lo sabemos, también incluye empuñar la raqueta cuando el tiempo lo permita.