Kroos es tan “alemán” que no quería, pero el homenaje era inevitable. Insistió estos días en que de organizarle algo, que fuese discreto. Casi protocolario. Y en cierto modo lo fue pero, hasta así, se ruborizó: apenas iba un minuto de homenaje y ya bromeaba con los brazos, haciendo gestos de que era suficiente. El Bernabéu, entre cánticos y lágrimas, rompía a aplaudir. Su Toni se va. Despedida a la leyenda, aquella que lo deja “en la cima”, con 34 años y números de mejor mediocentro del mundo. Lo dicen los datos. Lo deja justo como quería, en lo alto.

Su adiós debía estar, mínimo, a la altura. Kroos saltó al campo el último, con el brazalete de capitán y atravesando un pasillo formado por los jugadores de ambos equipos (los del Madrid llevaban su camiseta). Algunos como Modric, compañero de mil batallas durante tantas noches, reían en alto, sabedores de que Toni se ruboriza con ese tipo de escenarios. Así son las mejores amistades, pícaras. Transparentes. Cómo alguien puede ser tan osado jugando una final de Champions y tan tímido en un pequeño acto. Es Kroos, único en todos los sentidos.

La grada tampoco falló: cuando su nombre sonó en el cante de las alineaciones el grito fue atronador; largo y tendido. “Toni, Toni”, cantó el madridismo cuando salió a calentar. Ahí se desplegó el carrusel de pancartas. “Gracias por tanto, maestro”, se leía en el Fondo Norte. “Eterno”, en el Lateral Oeste. “Hasta siempre, genio”, en el Este. Y en el Sur, una gigantesca pancarta, en forma de banderilla de capitán, con su imagen, los 22 títulos y la frase “gracias, leyenda”. Kroos quería algo discreto y, tal vez, en su listón esto no lo fue. Pero era lo mínimo merecido.

@jamolestina El adios de Toni Kroos en el Santiago Bernabeu. #HalaMadrid ♬ sonido original – José Alberto Molestina

Texto tomado de Diario AS