Ahora sí. Se puede decir alto y claro. A los cuatro vientos. El FC Barcelona es el mejor equipo del mundo. Las azulgrana habían conquistado ya dos Champions pero nunca antes habían superado al todopoderoso Olympique de Lyon. Hasta hoy. Sábado 25 de mayo de 2024. El día en que el Barça conquistó su tercera Champions arropado por una marea azulgrana de más de 40.000 personas en San Mamés y con la mejor jugadora del mundo, Aitana Bonmatí, logrando un gol histórico. Se acabó el fantasma del Lyon, se derrumbó el muro francés y el Barça se erigió como lo que es, el mejor equipo del mundo, ya a todos los efectos y sin condiciones ni asteriscos.

El choque fue de lo más intenso posible. Mucha igualdad en el marcador aunque el balón y el dominio fue azulgrana, pero hubieron momentos de pasarlo mal, cómo no. Repetían una y otra vez en la previa que sólo tenían que salir al campo y ser ellas, jugar al fútbol como saben, sólo, como si fuera poco. Los primeros minutos fueron de un descontrol absoluto, y eso que lo habían hablado, lo habían trabajado, peor Cascarino estuvo a punto de congelar la grada en el minuto cinco. Suerte que Bronze se adelantó para despejar cuando la francesa se dirigía a fusilar a Cata Coll. En la acción siguiente fue Salma la que no vio a Rolfö sola a su izquierda y remató flojo a las manos de Endler. El partido estaba loco, precisamente como no quería Giráldez, pero el Barça comenzó a tocar para bajar las pulsaciones.

Graham comenzó a hacer diabluras por la banda derecha, sacando su mejor repertorio y dejando en evidencia una y otra vez a Bacha. El Lyon había desperdiciado una de sus mejores armas, el factor sorpresa de una salida explosiva. A medida que el Barça se encontraba más cómodo con el balón, las francesas despejaban antes. Y cuando trataban de crear peligro, la presión alta azulgrana surtía efecto. Si la primera de Cascarino fue un susto, el microinfarto llegó cuando Bronze, tratando de despejar un córner, casi se marca en propia, pero ahí estaba el larguero para repeler la peinada de la inglesa.

El dominio culé era tal que, superados los veinte primeros minutos, las azulgrana triplicaban, con 166, los 51 pases de su rival. La noticia negativa era que el control no se traducía en ocasiones. La chilena Endler vivía la mar de tranquila bajo palos, y al Lyon parecía que ya le iba bien estirar el 0-0 al máximo. La más clara llegó de botas de Mariona, ya en el descuento del primer acto, con un disparo de la balear que de no ser porque Gilles puso el pecho para despejar, se hubiera convertido en el 1-0. Tras 45 minutos de intensidad, tensión y las espadas por todo lo alto, tocaba tomar un respiro.

El Barça, casualidad o buscado, le tocó atacar en la segunda parte en la que en Bilbao conocen como la portería de los goles del Athletic, el arco donde los leones eligen siempre que pueden para el segundo tiempo, allí donde han ocurrido los momentos más místicos en la corta historia del nuevo San Mamés. Muy bonito todo, pero el Lyon volvió a enmudecer al graderío apenas reiniciado el choque. Horan la dejó de forma brillante en el área y a eterna Renard disparó muy fuerte pero demasiado alto. Se salvó el Barça de nuevo.

Transcurrida la hora de partido, y con alguna decisión controvertida de la colegiada inglesa, comenzaron a planear los primeros nervios en la grada. El partido poco a poco estaba balanceándose hacia el terreno que el Lyon pretendía. Pero cuando tienes a la mejor jugadora del mundo, nada puede salir mal. Mariona, que vale su peso en oro, le puso un balón mágico a Aitana Bonmatí, y la Balón de Oro echó el resto. Amagó con entrar hacia dentro salió por fuera y la cruzó al palo largo ante la salida de Endler para marcar un gol que olía a histórico. El estallido de la grada de San Mamés retumbó en todos los puntos del planeta.

Quedaba todavía casi media hora. Todo un mundo contra un equipo de la experiencia y de la talla del Lyon. Pero el Barça lo había preparado y estudiado todo al dedillo. Habían logrado lo más difícil y no se les podía escapar. Cata Coll Ona Batlle, mermadas físicamente por sendos golpes fortuitos con adversarias, continuaron con más corazón que cabeza y el equipo fue un grupo  unido más que nunca. Había que remar y hacer un último esfuerzo. La gloria esperaba a la vuelta de la esquina. Y llegó. Se sufrió pero el Barça no tiene una mejor jugadora del mundo. Tiene dos. Alexia, que había entrado hacía poco, inscribió su nombre con letras de oro en la historia del club marcando el segundo y definitivo gol para llevar la tercera Champions al museo azulgrana.  Un éxito de un grupo de magníficas jugadoras y de un excelente ‘staff’ que les consagra como los mejores del mundo para firmar un póker histórico. Nunca antes nadie había ganado todos los títulos de una temporada. Ahora ya sí. El Barça, el mejor equipo del planeta.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO