En un campo de casi 25.000 espectadores como El Sadar, quien destacó justo antes de comenzar el partido tuvo que ser uno solo y por un gesto despreciable que le califica como persona por sí solo. Todo ocurrió durante el minuto de silencio que ambos equipos junto al resto de presentes en El Sadar quisieron celebrar en memoria de las víctimas del terremoto en Turquía y Siria.

Justo cuando iba a terminar, un individuo gritó en el silencio: «Vinicius, hijo de p***». Un grito que se escuchó a la perfección y que, afortunadamente, se perdió entre el griterio posterior de la gente.

Ya en el transcurso del partido, fue el propio Vinicius quien pareció dirigir el mismo indeseable insulto al árbitro porque este no le pitó una falta que el brasileño creía punible. El colegiado no le escuchó.

TEXTO TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO