El fútbol argentino compensa la ausencia de brillo con epílogos apasionantes. Hace unos días, Boca le había ganado la liga a Racing en un final épico. Ahora Racing le gana el Trofeo de Campeones a Boca en otro cierre para coleccionar, en el alargue, con un gol en el minuto 117 y con tantas expulsiones xeneizes que el partido finalizo antes de tiempo y los académicos celebraron en pleno campo cantando «Borombombón borombombóm, el que no salta abandonó»…

Pasa en San Luis, en el estadio Parque La Pedrera. Sonríe Fernando Gago. También Enzo Copetti, que por una lesión no jugó pero cargaba con el peso por no haber pateado el penal ante River en la definición de la liga. Festeja todo Racing en forma descontrolada porque se saca un peso de encima. Había quedado muy golpeado por la liga que se le escapó. Esta reacción vale más que mucho. Es un premio a la insistencia, a la búsqueda.

Se había generado una rivalidad entre Boca, el bicampeón cuestionado por su fútbol gris, y Racing, el que mejor juega pero no coronaba. Por algo los xeneizes en la previa de esta final habían posado con las dos copas y habían posteado esa foto con el mensaje «La única verdad es la realidad».

Se trató de una final apretada, friccionada, con múltiples roces. Era lo que se suponía por la rivalidad entre ambos y por el desgaste físico acumulado en estos meses de competencia intensa.

Ganaba Boca con una buena definición de Norberto Briasco a los 18 del primer tiempo. Empató enseguida, cuatro minutos más tarde, Matías Rojas con esa pegada de zurda que lo distingue y que esta vez contó con la complicidad de Agustín Rossi.

A medida que el tiempo transcurría, las emociones se disipaban. Una salvada de Gabriel Arias. Un tiro en un palo de Carlos Alcaraz. No había caso con los movimientos de fichas de los entrenadores para mejorar ofensivamente. Hugo Ibarra apostó en la segunda etapa a los ingresos de Dario Benedetto, Luca Langoni, Oscar Romero y Cristian Medina. A su vez, Fernando Gago mandó al campo a Carlos Alcaraz, Leonel Miranda y Nicolás Oroz.

Ambos se quedaron con un hombre menos por las expulsiones de los colombianos Sebastián Villa y Johan Carbonero. Y la historia viajó al alargue. Enseguida Alan Varela vio también la roja. Boca con 9 jugadores empezó a protegerse todavía más. Racing con 10 buscó exprimir esa ventaja, pero sin lucidez.

Hasta que en el minuto 117 apareció Gonzalo Piovi lanzando un centro, Carlos Alcaraz anticipó de cabeza y corrió a festejar en modo alocado. Hubo enojo de los jugadores de Boca y el goleador fue expulsado. También ahí nomás hubo rojas para Frank Fabra por un patadòn y para el Pipa Benedetto por hacer gestos simbolizando que el árbitro estaba «comprado». Y fueron expulsados Luis Advíncula, igual que Carlos Zambrano (ya reemplazado) y Diego González (estaba en el banco). Boca, descontrolado, se quedaba con menos de siete jugadores. El partido finalizaba antes de tiempo. El resultado formal, según el reglamento, será Racing 3 – Boca 0.

No será lo mismo que ganar la liga, pero Racing se dio el gusto de arrodillar a Boca en una final también con cierre inédito y levantó el Trofeo de Campeones. Lo merecía por todo lo que propuso en un fútbol argentino en el que casi nadie se anima a proponer.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO