Después de cerrar los fichajes de Raphinha Dembélé, el Barça parece dispuesto a echar el resto para hacerse con los servicios de Robert Lewandowski (33 años). Sin embargo, hay un problema de peso: el Bayern sigue negándose a vender, algo que en el club azulgrana se sabe de primera mano. Ayer, la emisora RMC aseguró que el club azulgrana había hecho una última oferta por el delantero polaco de 50 millones de euros fijos sin variables, unas cifras que se acercarían, según explican diversos medios en Alemania, a las pretensiones que ha venido demandando el club bávaro. Sin embargo, la realidad es que desde el Barça no se ha hecho ninguna nueva oferta en este sentido, según pudo saber MD. Eso sí, la entidad culé sigue teniendo a Lewandowski como objetivo prioritario.

Desde el Barça se admite que será complicado cerrar esta semana el fichaje del polaco, que es lo que se pretendía para que pudiese ir a la gira por Estados Unidos y para evitarle al jugador el trago de presentarse el sábado ante su afición en Múnich. El presidente Laporta Mateu Alemany comandan unas operaciones complicadas porque el Bayern no tiene un sustituto de peso para ‘Lewa’ y venderlo sin asegurárselo sería una temeridad ante su afición. Se han movido por Harry Kane pero no es fácil sacarlo del Tottenham.

Mientras, Lewandowski realizó ayer su primer entrenamiento. Y ahí quedó claro que para el polaco, que cumplirá 34 años en agosto, una cosa es cumplir legalmente con su presencia y otra es implicarse cuando entiende que el club debe dejarle marchar. Su apatía fue total y la película de la sesión publicada por ‘Bild ‘no tuvo desperdicio. Con el lenguaje corporal lo dijo todo sin hablar. Quiere irse al Barça y punto.

Lewandowski llegó unos minutos tarde al punto de encuentro y fue el último en aparecer en el césped. Desganado, fue el último también en iniciar todos los ejercicios de calentamiento y los de entrenamiento, sin acabarlos normalmente. La relación con sus compañeros ya no es la misma. En general no ha gustado que quiera marcharse y hay frialdad. Sólo habló con Goretzka e hizo algunas bromas con Musiala.

Tampoco se le vio hablar con Nagelsmann de forma individual. Y fue muy llamativo que cuando el entrenador hizo la charla a la plantilla, Lewandowski se mostró indiferente, se quedó fuera del círculo y miró a otro lado. Llegó el partidillo, con más detalles reveladores. No peleó demasiado y no marcó, un hecho más sorprendente al ser partidos en espacio reducido pródigos en remates. El equipo perdedor debía hacer flexiones como ‘castigo’, un ritual que también se saltó. Fue el último en llegar y el primero en irse.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO