A falta de que sentencie la liga, es innegable que el PSG tiene la mente puesta en la temporada que viene. El brusco tropiezo contra el Madrid encendió las alarmas en el club, que desde entonces analiza qué necesita cambiar para construir un equipo solvente en la escena internacional. Ya no vale solo con traer a otro gran futbolista para renovar la ilusión de una afición que pide que se asuman consecuencias tras caer en Champions.

Con un vestuario gobernado principalmente por los jugadores, empoderar al entrenador es el primer paso significativo a dar. Pochettino, como tantos otros colegas anteriormente, han gestionado como buenamente han podido una situación anómala que ni habla bien ni beneficia al PSG. Aunque el preparador argentino ha tenido suficiente mano izquierda para sobrevivir en el cargo, no ha ejercido con la independencia que hubiera deseado.

Todo apunta que a Pochettino le quedan dos meses en el Parque de los Príncipes. Es el cabeza de turco después de lo que ocurrió en el Santiago Bernabéu. La derrota, dolorosa, no puede disimularse de ninguna manera. El club quiere a Zidane desde hace tiempo, y eso puede provocar también el adiós de Leonardo. El arquitecto deportivo del PSG ha perdido crédito y es otro de los grandes señalados. Al Khelaifi estudia su despido o una marcha pactada.

En el proceso de mejorar el equipo tiene que producirse un cambio de mentalidad. El PSG tiene que dejar de ser una agrupación de estrellas para darle forma a una idea concreta con los futbolistas que mejor la ejecuten. En en ese sentido, el criterio para incorporar a alguien no puede basarse ni en la pomposidad del nombre ni en que llegue gratis. Dos ejemplos ilustran esta reflexión: Sergio Ramos y Wijnaldum, insustanciales para Pochettino.

Otro caso distinto es el de Messi. Aunque no ha sido su mejor temporada, el argentino ha tenido buenos momentos al lado de Mbappé y el retorno económico y digital justifican la inversión. Tiene otro año de contrato y quiere cumplirlo. Se ha debatido mucho sobre la conveniencia de que siga o no, pero el argentino no va a rendirse. Con el Mundial de Qatar de fondo, su intención pasa por demostrar que aún está a la altura de los mejores.

En esa necesaria reestructuración, el PSG tiene que pensar también como asentar a los jóvenes en el primer equipo. Con lo saturado que estaba el vestuario, para Pochettino ha sido misión imposible. Le ha dado algunos minutos a Xavi Simons, a Michut y a Dina Ebimbe, pero insuficientes para que puedan crecer y sentirse importantes. La apuesta por la cantera, prolífica en el caso del cuadro parisino, tiene que ser tangible y no un brindis al sol.

El rediseño del PSG no puede darse de hoy para mañana, pero requiere de un compromiso de llevarlo a cabo este verano. Con la Champions como obsesión, el club tiene que ver que el camino escogido hasta la fecha no ha sido el adecuado. Ha habido muchos errores y aprender de ellos es importante para crear un equipo sólido, con un plan de juego y una esencia que no solo se la pueden dar tres jugadores. Ser más coral le acercará al éxito continental.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO