El carácter juvenil del skateboarding, el último fichaje del programa de deportes olímpicos, ha quedado demostrado con un título histórico en Tokio 2020, el de la japonesa Momiji Nishiya, de solo 13 años. Todo el podio, el más joven de siempre en los Juegos, destila infancia, casi más que adolescencia: la plata fue para la brasileña Rayssa Leal (13) y el bronce, para la japonesa Funa Nakayama. (16 años). La próxima semana, en la competición de Park, volverán a ser aspirantes al podio niñas como la británica Sky Brown, de 13 años.

Nishiya, medallista de plata en el Mundial 2021, no celebrará su 14 cumpleaños hasta el 30 de agosto. Pese a su extrema juventud, no es la campeona más joven en la historia de los Juegos. El récord de precocidad lo ostenta desde 1936 la estadounidense Marjorie Gestring, coronada en saltos de trampolín a los 13 años y 267 días.

Nishiya, originaria de Osaka e inspirada por su hermano, que la introdujo en el skate, completó el doblete japonés en las dos únicas finales de skate disputadas hasta ahora. 24 horas antes, Yuto Horigome se había impuesto en Street masculino.

No resulta, sin embargo, una sorpresa la enorme juventud de la campeona teniendo en cuenta el perfil del skate, pobldo por jovencísimas estrellas. Seis de las finalistas femeninas tenían entre 13 y 20 años.

Nishiya ganó una modalidad en la que el patinador debe encadenar figuras con diferentes grados de dificultad sobre módulos que so recreaciones del mobiliario urbano como rampas, escaleras o barandillas. Nishiya consiguió 15,26 puntos, Leal 14,64 y Nakayama 14,49.

El triunfo de Nishiya y el mero hecho de que el skate sea al fin olímpico rompe con muchos moldes. Es el salvoconducto a la normalidad de un deporte muchas veces mal visto. Entre las finalistas en Tokio, a la brasileña Leticia Bufoni su padre le partió en dos la tabla para alejarla de este deporte. La canadiense Annie Guglia dique durante sus dos primeros años practicando skate no vio a ninguna otra chica en su deporte. Con la visibilidad mundial de los Juegos, es muy probable que en los próximos días miles de chicas en todo el planeta se decidan a comenzar a practicar este deporte.

El ajuste entre su juventud y la fama y la responsabilidad por sus resltados no siempre resulta fácil. La federación brasileña contrató a un psicólogo que trabaja a diario con Rayssa Leal, la medallista de plata, y su familia. La consigna: no alterar su niñez, encauzar el skateboarding como una diversión no como un trabajo con responsabilidad.

Entre tanto genio precoz el skateboarding se coló con honores una joven ya adulta, la española Andrea Benítez, una ingeniero electrónica de 26 años que entró en el torneo olímpico tras un positivo por COVID de otra patinadora. Su entrada en el equipo fue tan apresurada que solo pudo entrenar una vez en el patinódromo de Tokio, y acabó 15ª en la final entre 20 participantes.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO