La llegada de Cristiano Ronaldo a Turín hace tres veranos tenía un objetivo claro. El portugués venía de reinar en la Champions League logrando tres seguidas con el Real Madrid y parecía que su fichaje era el salto definitivo para un equipo que prácticamente no tenía rival en la Serie A. Tres temporadas después, no solo no han logrado la ansiada Champions, si no que han perdido el trono de campeones de Italia.

Culpa de Cristiano, precisamente, no es. 36 goles y 4 asistencias en una temporada donde, bajo las órdenes de Andrea Pirlo, han bajado un escalón.

Es precisamente ese bajón el que provocó el inicio de la rumorología de una posible marcha. Especulaciones con el Real Madrid, con el PSG o con el Manchester United. Pese a tener un año más de contrato con la Juventus, el futuro del de Funchal parecía cada vez más alejado de Turín. Algo que ha cambiado tras la eliminación de Portugal a manos de Bélgica en los octavos de la Eurocopa.