No es fácil resumir los motivos que han provocado el precipitado adiós de Sergio Ramos al Real Madrid. El primero, evidentemente, es la falta de acuerdo con el club para pactar las condiciones que habrían permitido la renovación de su contrato.

SR4 pretendía un contrato por dos temporadas, objetivo que choca frontalmente con la política del club blanco de renovar sólo año a año a aquellos jugadores que superan los 30 años. Y el camero cuenta ya con 35.

Además, el central no estaba dispuesto a rebajarse la ficha anual, que ronda los 12 millones de euros netos por temporada y que es inasumible para un Real Madrid metido de lleno, como muchos otros grandes clubs del mundo, en una grave crisis financiera motivada por la pandemia.

A ello hay que añadir las tensas relaciones que, pese a los gestos que puedan haberse realizado de cara a la galería, han mantenido el capitán y Florentino Pérez en los últimos tiempos. Cada renovación del jugador se ha convertido en un dolor de muelas para el presidente, pese a que acabaron siempre en la firma de nuevos compromisos.

El curso pasado, por ejemplo, estuvo a punto de romperse la cuerda cuando tras ‘caerse’ la opción del Manchester United apareció una supuesta oferta irrechazable del fútbol chino. Florentino se mantuvo en sus trece hasta que SR4 pronunció la frase esperada por todo el madridismo: “Yo en el Real Madrid jugaría gratis”. Y se cerró el caso. Hasta ahora, cuando lo de jugar gratis se ha revelado como lo que era, una frase vacía de contenido.

Las conversaciones cara la prolongación de su contrato con el Real Madrid se han visto salpicadas con numerosos rumores de grandes ofertas del fútbol europeo que a la hora de la verdad no se han concretado. Y cuando el capitán blanco intentó hacer marcha atrás y retomar la vía del acuerdo con Florentino se encontró con la enrocada postura del mandamás blanco, que le vino a decir que el tren de la renovación ya había pasado.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO