Guardiola roza la Champions diez años después de su última final. Con el recuerdo de Wembley en la memoria, y también el de Roma, el catalán anda a la caza de entronizar al City en Europa por primera vez en su historia. Para el entrenador representaría la tercera en su hoja de servicios particular después de las dos que alzó con el Barça en 2009 y 2011. Ahora está a un solo paso de igualar en el podio a otros mitos como Bob Paisley, Carlo Ancelotti o Zinedine Zidane.

Palabras mayores para uno de los grandes estrategas que ha dado este juego. Reñido durante tiempo con la Champions, a veces desafortunado con el Bayern y otras con el propio City, le llega por fin el turno de reconciliarse con la copa más bonita de todas. Sin duda la más mediática y también la más traicionera, capaz de adulterar el significado del concepto fracaso. No ganarla nunca puede serlo, mucho menos si se compite hasta la final como van a hacer City y Chelsea.

Guardiola se ha hartado de repetir en estos últimos cinco años que no llegó a Manchester para triunfar en la Champions: “No fue una imposición del club”. Ni por parte del jeque, ni tampoco del presidente Khaldoon Al Mubarak o Txiki Begiristain y Ferran Soriano. Pero en la calle subyace la idea de que después de haberse paseado otra vez más por Inglaterra y haber recuperado la Premier, el equipo tiene que crecer y dejar su huella en el escenario continental.

Como ocurre con Tuchel en el Chelsea, Pep sabe que no tiene que añadir más presión a poco más de dos días para la gran final: “Es una experiencia única. Los futbolistas tienen que disfrutarla”, apuntaba hace pocas semanas. Oporto espera a los dos equipos ingleses más fiables de 2021. El City, campeón de la Premier, frente a un Chelsea que por momentos parece infranqueable. Guardiola, a quien no le importa que Mateu Lahoz sea el colegiado, no quiere dejar escapar la Champions diez años después.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO