«Está muy muy jodido. Mira que se ha llevado palos gordos, pero este ha sido demasiado». Habla una de las personas que mejor conocen a Neymar, sabedor de primera mano del oscuro momento que está viviendo el brasileño, golpeado y lesionado por enésima vez, de vuelta a un laberinto que le persigue de manera macabra, con la misma insistencia con la que él trata de escapar del mismo.

La última lesión de Ney ha sido un mazazo que ha desbordado el vaso de su paciencia, en un momento clave del curso, cuando se empiezan a definir los torneos, cuando vuelve la Champions… y cuando iba a regresar, por primera vez, al Camp Nou. No era cualquier cosa ese encuentro para el futbolista, a pesar de la ausencia de público. Porque la noche del 16 de marzo iba a ser de las más importantes de su carrera.

Motivos le sobraban. Regresar a donde en su día quiso volver, jugar contra su amigo Messi, liderar al PSG en el asalto a la orejona, reivindicarse en la casa del mejor contra su ausencia en los premios de alfombra roja, demostrar a Bartomeu que él es mejor que Dembélé… Siempre fue Ney de afrontar los retos sin ambages y pocos tenían más alicientes que plantar la bandera del PSG en el Camp Nou, allí donde el club parisino sufrió a sus manos la peor derrota de su historia, porque no hay que perder de vista que Neymar, como líder absoluto parisino, venía a liderar a un equipo con una rivalidad encendida y creciente contra el Barcelona.

FUENTE: MARCA.