«El goleador de River no puede ser egoísta». Rafael Santos Borré explicaba hace algo más de un año en Olé que para jugar de 9 en el equipo de Marcelo Gallardo un futbolista no puede mirarse el ombligo. Paradójicamente, fue comprender eso lo que llevó al colombiano a convertirse no sólo en un delantero mucho más completo: también en el máximo anotador de la era MG…

Tenía razón, Borré. En la Bombonera refrendó con su juego lo que había expuesto públicamente. Porque su gol, el que del 2-1 parcial, fue acaso una especie de recompensa para Rafa. Porque había tenido una oportunidad en el arranque del partido ante Boca, luego de una hábil recuperación de Montiel ante una mala salida de Mas (remate fuerte que tapó Andrada).

Pero, al mismo tiempo, el Máquina también trabajó mucho de espaldas al arco, no sólo buscando el pivoteo sino abriendo espacios para que algún compañero pudiera tener la posibilidad de convertir. También retrocedió y se recostó hacia las bandas para permitir los desdobles, logrando incluso generando infracciones para que, vía aérea, River tuviera acceso al gol.

Sin embargo, Borré -a pesar de que estuvo más atento a la fajina- pudo marcar. Acaso, una especie de premio. El gol de la victoria transitoria para River, que se apagó con la definición cruzada y deluxe de Villa. Rafa aprovechó una jugada colectiva que parecía desactivarse ante un rechazo pero que Suárez metió nuevamente en juego buscando a Nacho Fernández. El diez, con instinto, picó al vacío y pinchó el centro al punto del penal donde estaba Rafa. Y ahí éste cruzó el remate de cabeza al segundo palo, casi flotando, para inclinar al menos por un rato el Súper. «Fue una buena jugada. Nos movimos bien por todos lados. Fue un gran centro de Nacho y pude anticiparme a Izquierdoz», lo describió el Pichichi de Gallardo, con 45 goles.

Aunque, en su sentir, quedó claro que su mirada está puesta más en lo colectivo que en lo personal. Por eso se fue de la Bombonera «con un poco de rabia porque teníamos el partido en nuestras manos. Nos mentalizamos que podíamos darlo vuelta». Eso sí, Borré reflexionó que «nos mentalizamos en que podíamos darlo vuelta. Convertimos el primer gol, con movilidad llegó el segundo», y que aunque una desconexión derivó en el 2-2, «dejamos una buena imagen».

El valor del gol de Borré se determinará, tal vez, en la última fecha. Porque el empate estirará las posibilidades tanto de Boca como de River de pelear por un lugar en la final de la Copa Maradona. Aunque sin dudas fue una ratificación de confianza para el Máquina. Que arrancó el año con una conquista y ampliando, así, su cifra de goles. Con fútbol. Y con solidaridad.

TOMADO DE DIARIO OLÉ