Ha publicado Roger Torelló que Philippe Coutinho no ha querido negociar la extensión de su contrato, que expira en 2023, y esperará al nuevo presidente para hablar de esa renovación que, sinceramente, ahora mismo sólo podría entenderse por cuestiones económicas relacionadas con el pago diferido de su salario para rebajar considerablemente la ficha de esta temporada.

Y es que, faltándole dos años y medio para acabar, no debería haber ninguna prisa con el brasileño. Hay asuntos más urgentes. Por ejemplo, el de Ousmane Dembélé que llegó un año antes, en 2017, desde Dortmund por 130 millones de euros. El francés termina en 2022 y con este futbolista sí se debe tomar una decisión en verano.

Sería imperdonable dejarle entrar en su última temporada, pudiendo ser libre el 1 de enero de 2022, sin haberle renovado, para evitar la fuga, o sin haberle vendido, para recuperar algo de la estratosférica inversión. Particularmente si damos crédito a las palabras de Javier Bordas publicadas en este periódico y en las que el miembro de la Comisión deportiva subrayó que antes de llegar Dembélé se pudo traer a Mbappé por 100. Un error histórico en la elección aunque Kylian hubiese costado lo mismo que Ousmane.

Dembélé, en acción ante el Sevilla

Hoy Mbappé , que el mes que viene cumplirá 22 años, es el futbolista más cotizado y caro del mundo. Tasado en 180 millones, firmado por el PSG (como Dembélé en el Barça) hasta 2022 y sin ninguna prisa por renovar, quien quiera ficharle tendrá que poner más de 200 sobre la mesa. Es decir, que Kylian ha doblado su valoración mientras que su compatriota se ha devaluado más del 50%. De 130 a 50.Y dicho sea de paso. A Coutinho le ocurre lo mismo. De 145 que costó sacarle del Liverpool, hoy el mercado le valora en 60.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO