Hoy comienza un nuevo ciclo mundialista, y el objetivo es obvio: Llegar al Mundial de 2022. ¿Pero para qué estamos en estas eliminatorias? ¿Qué momento vive la selección ecuatoriana? ¿Somos un aspirante o un candidato a uno de los 4.5 cupos a Qatar 2020?
Hemos vivido un recambio generacional forzado, y esto no es algo negativo, pero tampoco se consolida de la noche a la mañana, y es algo que debemos tenerlo en cuenta. La base que nos llevó a Brasil 2014 y que disputó las eliminatorias pasadas ya no está: algunos por conflictos dirigenciales, otros porque su rendimiento ya no está a la altura, y otros por el inexorable paso del tiempo; esto sumado al éxito de nuestra Sub 20 en el Mundial de Polonia y al éxito internacional de Independiente del Valle con una base muy joven, nos da como resultado el tener hoy con un equipo completamente nuevo.
A todos nos gustaría comenzar ganando en Buenos Aires, más aún ahora que sabemos que es posible, y que somos una de las tres selecciones que más veces ha derrotado a la Argentina por eliminatorias. Pero también tenemos que saber que nadie ha ganado más de una vez en Argentina por eliminatorias, antes de ser excesivamente críticos, si no se repite la hazaña del 2015 que, ciertamente fue una hazaña por lo ya mencionado.
Somos aspirantes a llegar al Mundial, no candidatos. Si tenemos que encontrar un parecido reciente, diría que estamos en un momento muy similar al de Perú en el inicio de las eliminatorias pasadas. Un nuevo entrenador exitoso y muy capaz ante su primera experiencia en una selección, mucha jerarquía y liderazgo en el capitán, una nueva generación de jugadores que mayoritariamente está en el futbol internacional – no en las mejores ligas ni en los clubes de más renombre pero que han logrado estabilidad y continuidad- , y en un proceso de tres años eso es lo más importante para la selección.
Este último detalle es uno de los puntos fundamentales en la búsqueda de una selección consistente y reconocible. El que menos control tiene de esa situación es el DT de la selección, pues depende de demasiados factores como para que exista una formula del éxito, y la ausencia de esto en el ciclo pasado fue el comienzo del fin de nuestras aspiraciones mundialistas.
No esperemos un equipo vistoso. No lo digo porque esta sea la estructura de Alfaro, equipos sólidos muy bien plantados en la última línea. Nos gustaría jugar como Independiente del Valle, pero ellos son la excepción a la regla de cómo juegan nuestros equipos locales y la mayoría de nuestros seleccionados en sus clubes. Lo cierto es que nunca llegamos a un mundial jugando lindo, llegamos jugando bien, y esa es la carta de presentación de Gustavo Alfaro.
Volvamos a que somos aspirantes y no candidatos, y que para llegar al Mundial necesitamos la eliminatoria perfecta. Además de la continuidad ya mencionada, necesitamos que nuestra selección adquiera su identidad en el momento de mayor cantidad de partidos, pues si bien se juegan 18 jornadas, muchas de ellas están distantes unas de otras; tener el pico de rendimiento en los 12 partidos entre Marzo de 2021 y enero de 2022 será clave en el camino a Qatar.
Es lo contrario a lo que nos sucedió en la eliminatoria pasada: nuestro mejor semestre fue uno en el que se jugaron cuatro partidos y el peor, en el que se disputaron ocho. La consolidación de una base en estos primeros será la gran ganancia, por eso hay tantos nombres con poca experiencia en esta convocatoria que se aspira que sean importantes en el futuro y que ya estén en la dinámica del equipo. La matemática no falla, nadie quedó fuera del Mundial con 24 puntos, que son exactamente el número de puntos que se disputan de local, y recuperar esa fortaleza es fundamental. Si, tenemos la altura que genera mas debates internos que externos, Bolivia casi nos duplica en altitud y no se hace tanto drama, Colombia tiene el calor de Barranquilla, en Brasil nunca nadie pudo ganar….cada uno tiene lo suyo y eso debe ser una fortaleza.
Un equipo que llegue en curva ascendente al segundo semestre del 2021, con una base consistente y reconocible, marcada por la continuidad y estabilidad de nuestros seleccionados en sus clubes, con una localía fuerte en Quito es nuestra mejor carta rumbo a Qatar 2022. Se dice fácil, pero no lo es.
Vamos a ganar, vamos a perder, vamos a empatar, vamos a golear y vamos a ser goleados. Es parte del fútbol, el exitismo y el derrotismo no conducen a nada. ¡Vamos partido a partido!
Por Jaime Macías (@jaimefmacias).