Johan Padilla, arquero de Club Deportivo El Nacional, conversó con la periodista Andrea Morales Dávila para «DE VUELTA AL CAMERINO» y relató su infancia, previo a dedicarse al fútbol profesional.

«Tuve una infancia de muchos problemas, era una persona muy hiperactiva. Mi mamá tenía quejas porque a veces le partía la cabeza a alguien (risas) o rompía el vidrio de algún vecino con un balón», contó el golero de 27 años de edad.

De su travesura más curiosa, contó: «Estaba en una casa de una tía. Veíamos Chucky, la luz se va y le digo a mi papá de espaldas con voz de miedo: ‘Soy Chucky’. Me dio un patazo de lo asustado que estaba. Se fue corriendo. Y bueno, ya todo fue risas después».

Respecto a cómo nació su amor por el balompié, manifestó: «Yo de pequeño pateaba todo lo que veía pateaba y dañaba todos los zapatos que me compraban, los del colegio. Mi papá un día me dijo para meterme en una escuela, porque veía que me gustaba jugar e inicié como central y delantero».

Y de cómo terminó como arquero, sentenció: «Cuando inicias jugando fútbol en Esmeraldas, todos nos conocemos; de hecho, ahí conocí a Ayrton Preciado. En un torneo, nuestro arquero no fue y yo le dije al profe que iba al arco. Tenía como 10 años. Fuimos a penales y yo tapé 4. De chiste en chiste, me gustó. Mi papá se enojó, porque se llevó la sorpresa, porque él me quería como central o delantero».

Finalmente, Padilla reveló que al nacer casi fallece: «Para mí, Dios es todo, porque cuando yo nací, nací con poca sangre y casi muero. Mi papá me tuvo que donar sangre para poder sobrevivir. Hubo muchos problemas y, a través de la oración, sientes que el de arriba hace su parte. Yo por todo agradezco a Dios, por lo bueno y lo malo. Todo termina resultado de buena manera».

Nota de: Víctor Loor Bonilla