La Juventus asaltó el Olímpico de Roma para sobrepasar al Inter en la tabla y proclamarse campeón de invierno en la Serie A. Un inicio contundente y punitivo para los giallorossi, con dos goles en 10 minutos, encarriló el triunfo bianconero en uno de los clásicos del calcio. Cristiano Ronaldo volvió a mojar, de penalti. El conjunto romano, que no había hincado la rodilla como local ante la Juve desde 2014, mejoró en la segunda mitad pero se quedó a las puertas del empate, encadenando por primera vez este curso dos derrotas seguidas. Ambas, ante equipos turineses y rompiendo una racha de cinco jornadas invicto que le deja empatado a puntos con el Atalanta en la cuarta posición.

Midió mal Smalling un centro lateral y Demiral, en un remate poco ortodoxo, sedó al Olímpico bien pronto. Sin tiempo para digerirlo, para la ‘Loba’ la cosa se pondría más fea si cabe poco después. Pau López ponía la primera piedra del grave error que supondría el 0-2 al jugar en corto un balón para Veretout en la frontal. El francés controló como si nadie le fuera a encimar y no vio venir a Dybala por la espalda, que le arrebató el cuero y se interpuso para provocar un penalti tan infantil como necesario y claro. La Roma trató de responder y lo hizo, pero la mala fortuna en el remate de Pellegrini, a puerta vacía pero con Rabiot haciendo la estatua para tapar in extremis un 1-2 cantado, jugó en su contra.

De Ligt, a escena

Sin estridencias ni una sobredosis de agresividad, lo cierto es que el duelo fue de lo más accidentado. Demiral se lesionó solito al caer mal en un salto y dejó paso a De Ligt. Zaniolo, el más peligroso de la Roma, también cogió el camino a vestuarios antes de tiempo y entre lágrimas por un choque con el ex del Ajax. Enrarecido el ambiente, la Juventus hizo lo que mejor sabe hacer, y a la contra se relamía. Pau López, manopla dura abajo, evitó el incendio del campo romanista a tiro fugaz de Cristiano.

Aculada, la Vecchia Signora regaló la posesión, el balón y el esfuerzo de idear fútbol a los de Paulo Fonseca. La contundencia de la defensa juventina dejaba a los capitalinos sin poder deshojar la margarita. En esta tesitura se mueve como pez en el agua una Juventus que sabe latín cuando va por delante.