En teoría no era un partido complicado para el campeón del mundo, el contexto de un juego amistoso le servía al equipo de Didier Deschamps para la puesta en escena de algunos jugadores que necesitan mostrarse y aprovechar la chance para llenarle los ojos al técnico, igual, aquella fosa que separa a Francia con un seleccionado que ocupa el puesto 63 en el ranking FIFA era un paramétro del enfrentamiento de dos mundos distintos y con realidades diferentes.

El 2-0 En el Stade de la Beajouire, es el epílogo de un episodio con un balance mezquino, dentro de lo anecdótico Francia mereció mucho más ante un adversario intimidado por la historia, jerarquía y palmarés , falto de atrevimiento y con escazas ambiciones de protagonismo. Aquel gol con notable gesto técnico de Lemar para y el segundo de Griezmann dejaban la ilusión para el aficionado local la promesa de un resiultado más abultado, pero que estuvo lejos de consolidarse, porque el campeón del mundo no lo consideraba necesario.

La aparición de Leo Dubois, honorando su primera convocatoria con la selección, la vuelta de Coman tras un largo periodo de ausencia y el impetú de Ben Yederdejan sensaciones positivas en el entrenador que busca alargar su universo de elección de cara al futuro. Francia tenía dominado todo, desde el inicio hasta el final y la consecuencia de lo sucedido es la expresión de un método práctico, resolviendo la tarea como lo obligaba el libreto y lejos de complicarse, dejando buenas sensaciones para su debut en la eliminatoria europea de visita en Turquía y el juego con Andorra.

En medio de un partido con mucha calma, serio pero lejos de la intensidad, Deschamps puede sentirse muy tranquilo, en casa y con el reencuentro con su plantilla la ambición sigue vigente, la competividad interna le suma nuevas opciones y la señal es positiva para asumir roles serios con un equipo que mantiene las ganas de ser protagonista y el hambre de reafirmar su poderío.