Lo de Boateng en el Barça ha sido ir de sorpresa en sorpresa. Primero su fichaje relámpago, luego su convocatoria y, finalmente, su titularidad. Kevin Prince quiso plantarse en el campo como si eso fuera lo más natural del mundo. Es un jugador de experiencia y con mundo y capacidad para adaptarse. Pero tal vez lo de Sevilla fue demasiado. El alemán con pasaporte ghanés fue el titular del Barça que menos tocó el balón (38) y aunque se movió con cierto sentido sobre el campo, no llegó a ser una amenaza para la defensa del Sevilla porque no miró a portería.
Con sólo un entrenamiento a su espalda, era difícil pedirle más a Boateng. Su titularidad, sin embargo, tiene varias lecturas. Una es la certeza de que la Copa no es nada prioritaria para el Barça este año. "Si podemos darle la vuelta bien y si no otro año será", dijo Piqué nada más terminar el partido. El segundo enfoque tiene que ver con Luis Suárez y su gestión del descanso, superior al de otras temporadas. El uruguayo, que no viajó a Valencia para medirse al Levante en la ida de los octavos y sólo jugó un rato en la vuelta, también se quedó en el banquillo de salida en el Sánchez Pizjuán. "Tenía que tomar esa decisión", dijo Valverde dejando caer que hay que cuidar al uruguayo.
La alternativa era Boateng, que salió como un soldado a cumplir pero que no tenía aún claras las instrucciones de la misión. Batalló con Kjaer, trató de oxigenar el juego de espaldas del equipo pero acumuló ocho pases fallados y 13 pérdidas de balón. Hay que esperar algo más para saber qué puede ofrecer. El asunto es que, como su debut, todo lo que haga deberá ser precipitado porque apenas tiene poco más de cuatro meses para sorprender al mundo tanto como su fichaje.