Hola, mucho gusto, mi nombre es José Alberto Molestina, periodista deportivo “millenial” de Radio Diblú y Radio Caravana, tengo 28 años. Hago esta -para algunos innecesaria- introducción para dejar en claro que yo viví una niñez de un Ecuador que no había ido nunca al mundial y que a lo largo de mi corta vida he vivido casi todas nuestras clasificaciones mundialistas. Sí, porque Ecuador no ha clasificado solo tres veces al mundial, sino once veces. Mundial Sub16/17 en los años 1987, 1995, 2011, 2015; Mundial Sub20 en los años 2001, 2011, 2017. Mundial Femenino 2015. Aparte de las 3 más conocidas: 2002, 2006, 2014. Indiscutiblemente, por resultados, Ecuador ha vivido sus paginas doradas en los últimos 30 años.

Me recuerdo tanto, como diría mi pana ‘Pato’ Cornejo, como me sentía y como vivía los partidos rumbo a Japón y Corea 2002. Era un niño al que le gustaba el fútbol, que me encantaba la pasión con la que se vivía y detestaba la amargura que muchas veces nos hacía sentir a todos. Hasta que llegó ese bendito día, en el Olímpico Atahualpa, jamás me olvidaré que fui de la mano de mi papá a ver el partido, el dolor de ir perdiendo contra Uruguay y después el alivio de un país entero en el gol del ‘Nine’. Nunca en mi vida había visto llorar a tanta gente en un solo lugar, era muy pelado y no entendía la magnitud de lo sucedido tras el pitazo final, todos se abrazaron llorando. Le pregunté a mi papá: ¿qué pasa? ¿por qué todos lloran? Él me supo responder: porque estamos en el Mundial, yo crecí escuchando a gente que me decía que nunca íbamos a lograr esto, que era imposible.

Aunque no lo crean fue ese mismo día que yo me terminé de enamorar del fútbol, obvio me gustaba pero esa conexión con mi papá, de alegría y satisfacción fue única, había visto historia en vivo. Me fui a comer algo con mi papá a un restaurante, mientras mi hermano se fue a festejar con sus panas, yo tenía 11 años. Ese día en Ecuador todo cambio, radicalmente. Y escribo esto para recordarles a todos que ese día todo cambió.

Éramos mundialistas, Alex Aguinaga estaba terminando ya su exitosa carrera y siempre repetían:”él más que nadie merece este mundial”. Era una versión de Alex más veterana, no tan líder futbolístico de la selección pero un duro en la interna. Hasta yo que era un niño sabía que era un líder, sin ser la figura del equipo, era el referente, dos cosas que muchos no saben diferenciar. Muchos jugadores ganaron un estatus: mundialistas. Esta generación marca el antes y el después con esa chapa, sino miren a Pancho Cevallos y compañía; lo han hecho. Esa generación estaba lejos de ser perfecta, desde sus entrenamientos, su mentalidad, su preparación y sus comportamientos pero estaban unidos por el objetivo. Después del mundial del “aprendizaje” como el técnico supo calificar, llegamos a Alemania 2006, la mejor expresión futbolística de Ecuador en la historia. Goles, figuras, festejos y un tiro libre nos frenó. Satisfacción masiva tras nuestro segundo mundial. Gracias Alfonso Lasso por todos los “Luis Antoooooonio” que gritó mi generación, eterno grito de gol.

Después vivimos la decepción, nos jalaron las patas a la realidad rumbo a Sudáfrica 2010. Ahí fue que floreció todo: el rencor, la decepción, el resentimiento, como la gente rumbo a Sudáfrica ya pensaba que “de ley vamos al mundial” y “ojo que ahora hay que llegar a cuartos de final”, cortar ese camino de éxitos, me parece, nos dio un trauma que aún no logramos superar. Luis Ch. y compañía tras sus errores rumbo a Sudáfrica, buscaron a Rueda y llegamos a Brasil, una eliminatoria particular donde ya todo había cambiado y se notaba porque fue allí, desde el 2010 que cambiamos para no volver atrás. Era una selección que no solo se le exigía llegar al mundial, sino jugar casi como Brasil y ser protagonista siempre. Es que fuimos la cenicienta de Sudamérica, queríamos mantener esa chapa de que siempre sorprendíamos con algo pero el estilo de Rueda no era ‘eso’ o al menos no vio las herramientas para proponer ‘eso’ porque a nivel de clubes con Atlético Nacional lo tuvo y lo fue. Rueda nos dio una versión de Ecuador ordenada, calculadora pero ganadora en Quito.

A Rueda nunca se le perdonó, a mi entender, que él buscó triunfar a lo que él creía lo más conveniente, lo más seguro porque así jugaba su equipo, era seguro. Todos queríamos seguir evolucionando futbolísticamente. Otra vez Luis Ch., entendiendo que la gente quería pegar el salto futbolístico buscó a G. Quinteros. Hasta que estuvo Luis Ch. parecía que el entonces presidente de la FEF no se había equivocado pero ya todos sabemos lo que pasó. FIFA Gate, escándalo, cárcel y en la FEF se quedó, Carlos V. quien como todos sabemos, en su presidencia, todo lamentablemente se rompió.

¿Qué pasó?

Nos acostumbramos a que con resultados íbamos a seguir creciendo, creciendo y creciendo. Y como en 8 años crecimos lo que no habíamos crecido en 50 años, nos frustramos y nos olvidamos de lo que éramos. La gente pidió y exigió que Ecuador deje de ser lo que era. Un equipo ordenado, táctico, comprometido por el objetivo. Lo fue con Gómez, Suárez y Rueda. Quisimos cambiar a ser protagonistas, a ser de los que atropellen a todos los rivales, cosa que jamás fuimos. En primera instancia porque no creo tenemos los jugadores para serlo y como dijo Bolillo en su presentación “la selección son sus jugadores” y es la verdad.

La presentación futbolística de una selección se da a partir de las herramientas humanas que se tengan para ejecutar una idea. Desde el material humano creo que Ecuador no es más que Brasil, Argentina, Colombia, Uruguay y Chile. Cuando logramos superar a esas selecciones, en cierta forma, fue cuando entendimos nuestras limitantes e hicimos que esas falencias se conviertan en nuestras virtudes, trabajar para taparlas y enfocarnos en cómo podíamos ganar. El primer análisis es vernos, vernos en serio al espejo y entender qué somos, cómo hemos triunfado y cómo queremos triunfar.

Sí Bolillo, yo también quiero que seamos como Bélgica pero no tenemos los jugadores de Bélgica. Yo te entiendo, tenemos que jugar con lo que tenemos, créeme yo te entiendo. Yo creo en Ecuador rumbo a Catar 2022, ojalá ya sin Carlos V. en la FEF cuando arranque la eliminatoria, ¿por qué lo creo? Porque el Bolillo nos quiere aterrizar, volver a empezar porque es lo que necesitamos.

Yo también quiero que seamos como Bélgica pero revisen un poco y vean que los muchachos de Bélgica eran promesas desde los 12 años, un proceso de jugadores de más de una década. Para cambiar de verdad, no hay que cambiar a los que están o estarán hoy en la selección, sino a los niños que hoy están en la escuela y sueñan con ponerse los zapatos de profesionales. Como me ha dicho mi papá “a mi de viejo no me vas a cambiar como soy” a nuestros actuales jugadores no los vamos a cambiar, ya son todo lo que ustedes están pensando, bien o mal, ya lo son. Queremos pensar en grande, trabajemos en los pequeños.

Hoy al Bolillo si le compro su discurso: UNIDOS PARA SALIR ADELANTE. Dejemos el odio a un costado y dejemos trabajar. Confío en ti Hernán, te lo dice el José Alberto Molestina de 11 años en el Atahualpa abrazando a su padre llorando de alegría y te lo dice el José Alberto Molestina de 28 años escribiendo en su casa esperanzado en que nuestra bandera no solo esté en la grada sino en la cancha de Catar 2022. No nos decepciones.