La noche del sábado, el compatriota Arturo Mina volvió a ser la figura del partido entre River Plate y Vélez Sarsfield por una jornada más del torneo argentino. Los ‘millonarios’ se impusieron por el marcador de tres goles a cero (3-0) y apuntan alto para conseguir sus objetivos planteados a inicios del año..

¿Por qué ‘El Gladiador’ fue figura? Pues bien, evitó dos claras opciones de gol, no dejó que el delantero lo deje atrás; buscó constantemente subir al área rival, incluso al final del juego dio un cabezazo que pudo ser gol, pero el balón dio en el travesaño; y ‘El Rudo’ (también lo apodan así) participó en la jugada de uno de los goles de River.

La prensa argentina aún lo elogia e indican que el ex-zaguero central de Independiente del Valle de Ecuador, con quien llegó a la final de la Copa Libertadores de esta temporada, es el mimado del estratega Marcelo Gallardo, director técnico del elenco argentino al que ahora defiende.

Diario Olé, uno de los medios de información deportivos más famosos del país de la 'albiceleste', escribió:

¡Mina quién vino!
El ecuatoriano tuvo un duelo picante con Pavone, que volvió al Monumental tras el penal errado en la Promoción y fue muy silbado por la gente de River.

Peor que volver al Monumental con el estigma del penal que derivó en el descenso de River sobre tus espaldas y que te silbe todo el estadio es que te arrolle un tren. Y algo así le pasó a Mariano Pavone en la noche de su regreso después de aquella fatídica escena que terminó con Olave festejando, porque al Tanque lo hizo volar una Mina. No es un juego de palabras: el ecuatoriano le hizo sentir el rigor de sus 189 centímetros y sus 90 kilos en un cuerpo a cuerpo en la mitad de la cancha que terminó con el delantero exagerando las consecuencias y D’Alessandro enojándose por primera vez con él por la simulación. Acto seguido llegó la devolución de gentilezas del futbolista más silbado de la noche: ahí Mina prefirió levantarse solo antes de aceptar que Hugo Mariano lo ayudara, el Cabezón hizo méritos para llevarse una amarilla innecesaria por incontinente y el Tanque también vio la suya antes de ver el cartel que indicaba que tenía que dejar la cancha para que ingresara Barcos.

Mientras Pavone se fue de la cancha aplaudiendo a los hinchas de River que atronaban con sus chiflidos, Mina siguió jugando su partido. Y lo hizo con la misma eficacia que antes de los picantes cruces con el 9 rival. Firme, confiado para tomar riesgos con la pelota y despertando los aplausos de una tribuna que los tiene como uno de los mimados. Si los choques con el ex jugador de Estudiantes y Racing fueron una demostración de su solidez en la marca, el arranque de la jugada del primer gol hizo evidente la fe que se tiene el morocho y furibundo cabezazo en el travesaño cerca del final, otra de las jugadas que entusiasmó a los hinchas de River. Todos los aplausos, al cabo, fueron para Mina. Y todos los silbidos, desde que se anunció su apellido hasta que entró al vestuario rival, fueron para Pavone en la noche que el 9 comprobó que hay algo peor que volver a Núñez con los fantasmas del pasado.

Nota de: Víctor Loor Bonilla