quella había sido una buena temporada para el Cosmos, al que Pelé había llegado dos años antes. Al grupo se habían ido añadiendo algunas otras estrellas mundiales, como Carlos Alberto, Beckenbauer o Chinaglia. Aquella temporada las asistencias al Giant Stadium de Nueva York fueron a más, partido tras partido. El Cosmos gana sus últimos ocho encuentros como local y finaliza segundo en el grupo, tras Fort Lauderdale Strikers. En los play-offs va eliminando sucesivamente a los Strikers, a Tampa Bay y a Rochester, y juega la final, en Oregón, frente a los Seattle Sounders, el 27 de agosto. Victoria por dos a uno, con gol del triunfo de Chinaglia. Era el último partido oficial de Pelé, tras el que aún jugó en una gira por Japón, Venezuela, Trinidad y Tobago, China e India. El Cosmos tenía que rentabilizar el contrato de tantas estrellas.

Al regreso, el 1 de octubre, se preparó el partido de homenaje y despedida a Pelé. Un encuentro entre el Cosmos y el Santos, en el que Pelé jugaría un tiempo con cada equipo. El primero, con el Cosmos, su último cuadro, y el segundo con el Santos, el primero y único antes de irse al Cosmos. Abarrotan el Giant Stadium 75 000 personas y el partido se televisa a todo el mundo. Pelé estaba a tres semanas de cumplir los treinta y siete años. Había jugado con el Santos 1257 partidos con 1219 goles. Con el Cosmos, otros 109, con 63 goles. En total, 1366 partidos y 1282 goles. Se retiraba con el título de campeón de Estados Unidos, un país nuevo para el fútbol, pero también un país que ya entonces estaba marcando el paso en el concierto mundial.

En el primer tiempo marca su gol número 1283, en un tiro libre, a unos doce metros fuera del área. Un lanzamiento raso, que se hace más peligroso sobre el césped artificial que está mojado por la lluvia. En la segunda mitad, con el Santos, no marca. El partido lo gana el Cosmos por 2-1 y al final del mismo Pelé se coloca en el centro del campo y lanza un breve discurso ante las cámaras y los micrófonos, al término del cual proclama: «¡Love…! ¡Love…! ¡And love…!». Junto a él están su padre, que había sido futbolista de cierto talento con el nombre de Dondinho, pero retirado prematuramente por una grave lesión de rodilla, y Waldemar de Brito, el gran impulsor de su carrera en sus orígenes. También había sido futbolista de éxito (apodado «el Bailarín») y mundialista en el de 1934. Mundial en el que, por cierto, España eliminó a Brasil, presumamos de ello. En el palco VIP está la madre del jugador, doña Celeste.

Luego habrá una gran fiesta en el hotel Plaza, con gente del fútbol como Bobby Moore, los viejos capitanes del Brasil campeón del mundo, Bellini, Mauro y, por supuesto, Carlos Alberto, compañero suyo en la aventura americana, los otros compañeros del Cosmos, los chicos jóvenes del Santos… Entre tantos invitados está también el gran Muhammad Ali, que le abraza: «¡Ahora somos los dos más grandes!».