La Federación Ecuatoriana de Fútbol invitó a niños damnificados por el terremoto del pasado 16 de abril para que sean abanderados en la ceremonia previa del duelo entre Ecuador y Brasil por la séptima fecha de la eliminatoria sudamericana rumbo al Mundial Rusia 2018. La FIFA destacó dicha labor.

Los abanderados ecuatorianos, una historia de reconocimiento

El 16 de abril, Ecuador sufrió uno de los peores desastres naturales de su historia: un terremoto de 7,3 grados y con epicentro en la costa noroeste del Pacífico sacudió el país dejando a su paso más de 600 víctimas mortales y miles de heridos. Como siempre, la peor parte se la llevaron los niños y los ancianos, la mayoría de los cuales sufrirá secuelas de por vida.

La fuerza del seísmo también produjo muchos daños materiales y dejó a muchas personas sin hogar. La ciudad portuaria de Manta fue la más perjudicada, de hecho, de allí era el 75 por ciento de las víctimas. Con la mayor parte de las edificaciones destruidas o declaradas inhabitables, empezaron a surgir comunidades de tiendas de campaña en las que viven cantidad de niños en condiciones muy duras y precarias. El aeropuerto se ha convertido en un campamento improvisado que alberga a cientos de familias.

El fútbol como válvula de escape

A 400 kilómetros de allí, y en claro contraste con la destrucción y el desastre reinantes, se alza orgulloso el estadio Atahualpa, un coliseo que ha dado innumerables alegrías y felicidad a la afición ecuatoriana y el lugar en el que su selección nacional se clasificó para la Copa Mundial de la FIFA™ 2002, 2006 y 2014. También es el emplazamiento en el que con motivo de los recientes clasificatorios de la CONMEBOL, 16 niños y niñas procedentes de los campamentos provisionales tuvieron la oportunidad de tomar parte en la ceremonia protocolaria previa al encuentro que enfrentó a Ecuador y Brasil. Los muchachos vivieron en primera persona el terremoto, en el que pedieron familiares y sus hogares. El deporte rey es para ellos un consuelo dentro de las circunstancias, y una asociación benéfica llamada Fútbol Mas aportó los recursos y los medios de transporte necesarios para ofrecer a los chicos una experiencia que nunca olvidarán.

La carretera que separa Manta de Quito, la capital del país, es larga y sinuosa, y para muchos de ellos fue su primer viaje fuera de casa. Ni siquiera las seis horas que les costó cubrir el trayecto en autobús el día antes de la gran cita pudo borrar el entusiasmo de sus caras. Horas antes del partido, cuando entraron al estadio para ensayar, se quedaron atónitos y maravillados ante la majestuosa estructura que se yergue a los pies de la cordillera de los Andes. Para ellos fue como un sueño hecho realidad. Tras el ensayo, tocó esperar un poco hasta que se requirió su presencia junto a los jugadores en el túnel de vestuarios minutos antes del choque.

Un momento fantástico

Y entonces llegó el momento de saltar a la cancha ante 35.000 entusiastas espectadores al son del himno de la FIFA. Primero salieron las banderas de los países contendientes y después la de la FIFA y la de FIFA Fair Play. A continuación Neymar, del Barcelona; Antonio Valencia del Manchester United; Willian del Chelsea y otros nombres propios del fútbol mundial.

Todo acabó en unos minutos, pero seguro que todos estos niños contarán durante muchos años la historia de aquel día en el que tomaron parte en la ceremonia oficial de un encuentro de clasificación para la Copa Mundial de la FIFA. Esperanza, de doce años de edad, describió así su experiencia: «Al principio estaba un poco nerviosa, pero lo pasé realmente bien. Nunca jamás habíamos tenido una oportunidad como esta. Hice amigos, vi a jugadores famosos y vi el partido. La pena es que perdimos, pero fue fantástico». Juley, de 10 años, declaró: «Después del terremoto tuvimos que mudarnos lejos de mis amigos, y ahora vivo en el antiguo aeropuerto. Hoy fue genial, llevé la bandera de Ecuador, vi a los jugadores y lo pasé muy bien».

Para todos ellos fue un viaje único, y no nos referimos solamente al viaje físico, sino a la inolvidable vivencia que recordarán siempre. Muchas veces el fútbol sirve para evadirse de las dificultades de la vida, de la rutina o de los problemas cotidianos. Esta vez el fútbol permitió a estos chicos olvidarse por un tiempo de los escombros y la destrucción, cambiando y transformando sus vidas para siempre.

Nota de: Víctor Loor Bonilla