Nuno se dejó fuera a Negredo por quinta vez consecutiva. Quedó en anécdota una vez vista después la puesta en escena del Valencia. No habría pasado nada tampoco si hubiera prescindido de Alcácer y Santi Mina, los únicos delanteros naturales que le quedaban y que formaron de inicio en la cita ante el Gante donde estaba en juego la clasificación matemática a octavos. De haber ganado, lo tenía hecho porque el Zenit ganó al Lyon.

El caso es que al igual que Negredo en la grada del Ghelamco Arena, Alcácer se aburrió como una ostra. Vaticinaba Nuno un partido de ida y vuelta, abierto, espectacular, pero sólo hubo un equipo que tuvo las ideas claras; que propuso y ese no fue otro que el Gante, que debió irse al descanso con clara ventaja. Al menos los belgas presumen de una idea de juego, una propuesta directa. Aportan actitud y orden y disciplina en todas sus filas. Si no hirieron antes de tiempo al Valencia se debió a la falta de puntería y a las buenas intervenciones de Jaume, protagonista por enésima vez.

Nueve disparos efectuó el Gante en el primer tiempo, cuatro a puerta y cinco fuera, tras un buen ejercicio de manejo de balón. La banda derecha fue una pesadilla para Gayá, insuficiente en defensa ante la escasa ayuda de Mina, de vocación ofensiva. El Valencia, con un alarmante déficit de balón, jugó a remolque del Gante. Si Parejo no carbura, no parece haber recursos para más. Pobre tarjeta para este Valencia que sigue sin definirse, sin saber muy bien a qué jugar, bien porque no entienden a Nuno o porque les entra el canguelo en escenario así. Parece más lo primero que lo segundo.

En situaciones tan negras, se echa de menos el oficio, un aspecto que no se entrena. Se tiene o no se tiene. El pretendido Feghouli, de los pocos que asoman la cabeza este año, se dejó el alma por tirar del equipo en las fases de confusión, que fue casi todo el partido, pero la gasolina se acabó. El mayor logro del Valencia en el primer tiempo se resume en un centro por la derecha de Feghouli que cortó Nielsen cuando Alcácer hizo el desmarque al segundo palo. Se quedó con las ganas, como toda la noche, de que llegaran balones.

Todo lo que hacía el Gante, por contra, destilaba peligro. Entre su juego rápido y combinativo y la descoordinación de la destartalada defensa española, a Jaume le faltaron manos para despejar los disparos. Primero a Depoitre, un tormento para Santos y Mustafi, después a Saief. Barragán no les fue a la zaga y vio como le ganaban la espalda una y otra vez. Después de siete partidos sin jugar de inicio, su actuación resultó desastrosa.

Con todo, el Valencia aguantó en pie. Suerte la suya porque el Gante le estaba bailando. Una subida por la banda izquierda de Saief, acabó en un gran cabezazo de Milicevic que escupió el travesaño con Jaume superado. El balón se paseó por la línea de gol, donde Santos despejó antes de que Depoitre pusiera la puntera. Otro golpe de suerte, igual que el balón picado que remató Dejaegere en boca de gol. Todo lo que no pudo materializar el Gante en jugada colectiva, lo encontró gracias a una claras manos de Barragán dentro del área. Pena máxima que no desperdició Kums apenas iniciado el segundo tiempo, donde nada cambió, salvo las prisas de Nuno por arreglar lo irreparable. El Zenit le había servido el pase a octavos al Valencia, de haber ganado o empatado en Bélgica. Difícil si su único disparo a puerta lo efectuó Alcácer en el 80. Con tan poca alma, la trayectoria del equipo de Nuno en Champions tiene fecha de caducidad.