El talento no es suficiente.

Desde Pelé, pasando por Maradona o Cantoná, y en la actualidad Cristiano y Messi, son algunos de los mayores referentes del efecto “ego y fútbol”. Nuestro país no se escapa a esta situación y hemos sido testigos de ya algunos casos nacionales. Semana a semana vemos las consecuencias de este efecto. Actitudes inmaduras, egoísmo, imprudencia, irresponsabilidad y falta de carácter tanto dentro como fuera de la cancha. Un ego mal encaminado por falta de sicología deportiva. Una idiosincrasia nacional bien arraigada y difícil de cambiar. Pasar de no tener nada a tenerlo todo. Marearse y no saber planificar ni prever. Hoy quisiera explicar este efecto y sus consecuencias a través de un gran jugador y personaje inolvidable.

En la historia del futbol existió un genio llamado George Best. Talentoso como el que más, dominio preciso de la pelota, frenado impecable, gambeta y velocidad. Tan grande como su talento era su ego y aún mayores fueron sus excesos. Best fue uno de los héroes de aquella recordada Copa de Europa que conquistó el Manchester United en 1968, derrotando al Benfica de Eusebio. Además, Best ganó el Balón de Oro ese mismo año. Y por más increíble que parezca, el fútbol lo recuerda más por sus vicios, extravagancias, adicciones y derroches fuera de la cancha.

La diferencia entre lo ya dicho y la realidad actual es una cuestión de tiempo y espacio. A George Best le tocó vivir en una época de menor repercusión mediática y mucho menor desarrollo tecnológico. El fútbol no era el negocio globalizado que es ahora y no se manejaban transacciones económicas como las actuales. Si analizamos a Best retroactivamente podemos entender por qué suele decirse que él fue el primer futbolista-pop. Pionero del efecto ego que vivimos hoy. El precursor de muchos, tales como Bekham, Ibrahimovic o Ronaldinho por nombrar algunos.

La vida de un futbolista tiene un antes, un durante y un después. Cada una de estas etapas debe ser trabajada y planificada pensando en la siguiente. Así cuando llegas a ser un profesional ya deberás estar pensando en cómo prepararte para lo que vendrá después. Si lo vemos fríamente nos damos cuenta que los años verdaderamente útiles son pocos en comparación con los que pasas viviendo después del retiro.

El “durante” de George Best en sus propias palabras: “Nací con un gran don, y eso en ocasiones genera una vena destructiva. Igual que yo quería superar a todo el mundo cuando jugaba, tenía que hacerlo también en cuando estábamos en la ciudad”. ¿Cuántas veces vemos a jugadores que no saben manejar la responsabilidad, o que no saben canalizar su talento? ¿Cuántos jugadores semana a semana saltan a la cancha creyendo ser superiores que los demás, sean sus propios compañeros o sus rivales?

El “después” de George Best fue aún menos alentador. Se retiró a los 37 años y su autodestrucción siguió, recrudeciéndose sus problemas. “He perdido un montón de amigos a una edad muy joven. Decían que era yo el que no cumpliría 30, luego 40, luego 50…y aquí sigo”. Best murió a finales de 2005 sin llegar a cumplir los 60 años.

Entonces no basta con el entrenamiento futbolístico de alto rendimiento. Igual de importantes son todos los aspectos de tinte sicológico. Aprender a trabajar la tensión competitiva, conocer y manejar las expectativas, cómo afrontar el éxito y la frustración, son aspectos claves y fundamentales que deben ir siempre alineados tanto con lo físico como con lo técnico. El punto de inflexión es la preparación pre competitiva.

“La capacidad consiste en lo que usted es capaz de hacer. La motivación determina lo que usted hace. La actitud determina qué tan bien lo hace.” Lou Holtz.

Por: Ab. Sylvia M. Meneses Echeverría
Twitter: @pilumeneses