Hay dos conceptos que no pueden ni deben separarse, el liderazgo y la competencia. No somos islas y nos guste o no , la naturaleza humana es intrínsecamente asociativa; y en defecto el deporte es uno de los ámbitos que mejor lo refleja. Impulsados por esta filosofía hoy vamos a aterrizar en la tan enredada esquina amarilla.

Este análisis no se trata de resultados deportivos. Los logros deportivos son consecuencias y no causas en si mismas. Para alcanzar metas deportivas no puedes empezar por los objetivos, debes ir al principio, a eso que muchos llamamos el origen. Barcelona tiene décadas de repetidos fracasos, y no sólo deportivos, sino particularmente de administración y gestión. El principal problema es el enfoque. ¿Cómo consigues resultados distintos si siempre haces lo mismo?

Está bien dejarle a la hinchada el sentimentalismo y el corazón. Está bien dejarle a la prensa el análisis y la crítica. Hinchada y prensa como factores externos que son parte de un todo, pero que no solucionan nada por sí mismos. La dirigencia de un club de fútbol no está para hacer promesas mesiánicas ni contraer deudas impagables. Por el contrario, la dirigencia de un club está para gestionar y liderar. Peter Prucker asegura que “el liderazgo es hacer lo correcto”, y es que es así de simple: si lideras mal, compites mal.

En Barcelona nadie lidera y nadie gestiona hace mucho tiempo. Realidad visible para todos, tanto dentro como fuera de la cancha. El equipo refleja a la institución, donde cada uno tira para su lado. No hay una voz cantante, no hay un plan que seguir. Veamos brevemente algunos factores críticos:

1. En Barcelona hay directivos, más no existe una estructura institucional. Desconocimiento en manejo de crisis, en manejo de presiones y en manejo del tiempo.
2. Hay una extensa plantilla, pero no hay un equipo.
3. Jugadores desmotivados y mal trabajados. Jugadores inconformes y no pagados a tiempo. Jugadores en muy bajo nivel.
4. Convencionalismos y arraigos culturales en los jugadores, a los que se les suma influencias externas no siempre positivas.
5. Jugadores poco sacrificados, jugadores desinteresados.
6. Un director técnico capaz, pero al cual le está pesando la falta de adaptación, la falta de conocimiento de la idiosincrasia nacional y el tiempo. Almada dirige, pero no lidera.
7. Problemas administrativos y de gestión que no fueron solucionados a tiempo.
8. Directivos que ya quieren irse y otros que quieren llegar a cualquier precio.
9. Elecciones inminentes que transmiten un mensaje de incertidumbre e inseguridad.
10. La falta de planificación, administración y gestión separada y no dependiente de los resultados deportivos.

“Por lo tanto es el líder quien debe tener claro el norte, cómo llegar y la manera de hacerlo. Para ello tiene que convencer al grupo y marcar unos valores a seguir. Marcar una hoja de ruta a seguir por todos hará que el líder no esté expuesto solamente al resultado de cada partido”. (Pepe Mel)

Por: Ab. Sylvia M. Meneses Echeverría
Twitter: @pilumeneses