High Plain Drifter, mejor conocida en Latinoamérica como La venganza del muerto o Infierno de cobardes en España es una película estadounidense del género del oeste dirigida y protagonizada por uno de mis vaqueros favoritos: Clint Eastwood. La trama inicia cuando un misterioso jinete llega a un pueblo llamado Lago y mata a tres hombres que le amenazaban, la gente del poblado decide contratarlo para defenderse de tres bandidos que acaban de salir de prisión y que habían jurado venganza. Cualquier parecido con la realidad de esta columna es pura coincidencia.

Juntar a Jose Mourinho, John Terry y Diego Costa en la misma mesa de un bar solo apunta que en cualquier momento le buscaran pleito a alguno de los otros bebedores sin tener razón para hacerlo, sin tener un objetivo para hacerlo, solo por buscar gresca y hacer ruido. Así de simple. Este trio de bandoleros están acostumbrados al blindaje que les prestan los sheriffs de mano blanda, siempre condescendientes con sus embustes y su matoneo enfermizo pero a los que les irrita sobremanera que les paguen con la misma moneda. Es así.

Esta vez la formula no funciono. El jefe blue calentó las cosas cuando afirmo que el PSG era un equipo pegapatadas un poco más refinado que el Shrewsbury Town, un club de League Two al que enfrento en Capital One Cup mientras el técnico rival, ex campeón del mundo, afirmo antes del partido que Diego Costa utilizaría toda clase de trucos sucios para provocarlos. La primera comparación es una exageración pero la segunda es una verdad que han padecido muchos defensores y del que su principal protagonista, no sabemos por qué, casi siempre sale indemne.

Los hombres de la mesa provocadora se vieron en ventaja con la expulsión del pistolero estrella de la visita, se formaron parejas enseñándose los dientes, David Luiz frente a Diego Costa, Petr Cech emprendiéndola contra Marco Verratti y el italiano dando un concierto de futbol. Thiago Silva, el mismo que fue villano en su mano del penal y héroe en el cabezazo clasificador, apelo a la astucia suramericana, guardo la compostura, convoco a su gente para reagruparse y competir de manera inteligente frente a la bandola indisciplinada que se empeñaba más en el tropel que en el futbol. Y la ralea que ensucia el nombre del deporte más hermoso del mundo, fue eliminada.

Tal vez este desastre europeo signifique un baño de humildad no solo para su arrogante entrenador sino para algunos de sus principales jugadores que recurren frecuentemente al matoneo deportivo como medio para alcanzar sus objetivos. Aunque parezca asombroso, la salida blue ha generado alegría y tranquilidad en algunos que ven como uno de los favoritos ha sido eliminado pero el hundimiento del acorazado inglés es una potencialización real del francés, que se convierte automáticamente en candidato para estar en Junio en Berlín.

La película tiene dos verdades con lo que paso en Stamford Bridge esta semana: por un lado, un “muerto” se logró vengar de su ex jefe y por el otro, la frase más icónica de Clint Eastwood en la cinta: “Alguien dejó la puerta abierta y entraron los perros equivocados”. El tenebroso grupo de forajidos que hizo del bullying una forma de vida, se ha despedido de la máxima cita continental, pero el patio de recreo de estos rufianes volverá a ser protagonista en la próxima Champions y los malos de esta edición volverán a sentarse en alguna mesa del gran salón del himno encantador e intentaran volver a su juego de provocaciones. Así es.