En el fútbol no hay recetas exactas y aquello que parece fácil a simple vista, en la mayoría de situaciones termina siendo lo más difícil de lograr. No existen fórmulas mágicas para el éxito, no existe el ir a “la tienda de soluciones” y comprar la necesaria. El fútbol simplemente no es así. No hay ningún director técnico que pueda garantizar el éxito al inicio de una temporada o de un nuevo periodo. Pero lo que sí existe son características, actitudes y promesas que si pueden cumplirse. Y es en éstas en las que se debe enfocar y trabajar cualquier líder que asuma el manejo de un grupo de personas, en este caso específico de futbolistas.

Con la designación de Gustavo Quinteros como director técnico de la selección ecuatoriana de fútbol, se ha abierto un nuevo capítulo que lo primero que evoca es la esperanza del cambio luego del mal sabor de boca que nos dejó el seleccionador Rueda. A Quinteros lo precede el éxito alcanzado con Emelec en los últimos dos años. Es importante detenernos en este punto y ver que el bicampeonato de Emelec fue producto de un trabajo fuerte, exigente y lleno de perseverancia y esfuerzo. Esos títulos se trabajaron durante un tiempo prolongado y se le fue dando forma a un equipo, tanto en lo futbolístico, como en lo anímico, lo mental y lo actitudinal. El trabajo de la personalidad.

Estos antecedentes fueron despertando en el técnico las ganas de dar un salto más, el de llegar a la selección nacional. Designación que llegó en el mejor momento de su carrera, y este es un aspecto fundamental que no puede obviarse. El fútbol como la vida tiene muchas variables, y unas de esas son el tiempo y el espacio. El momento perfecto y la situación idónea. Ambas variables confluyeron para que Quinteros sea el indicado.

A Quinteros le espera un arduo trabajo. Recomponer un grupo que en algún momento se comenzó a caer en pedazos. Muchos no quisieron reconocerlo o se negaban a aceptarlo, pero es la realidad. Manejar un grupo de futbolistas no es nada fácil, hay que manejar los egos y los caracteres de cada individuo. Es ahí donde Quinteros debe sacar la personalidad que lo caracteriza, ejercer un verdadero liderazgo que tenga como objetivo encontrar el equilibrio y balance que se necesita. Hay que buscar a los jugadores, sentarlos y mantenerlos ahí hasta que se arreglen las diferencias y se aclaren las discrepancias. Hay que aprovechar las ventajas de la comunicación actual, valerse de esas herramientas para trabajar permanentemente con los futbolistas. El líder debe saber cómo acercarse a cada uno de sus escogidos.

“En el fútbol moderno, si un entrenador no sabe cómo tratar las diferentes personalidades y necesidades individuales, tendrá problemas para marcar la pauta”(*).

Aquí está la clave para Quinteros. No se trata de que “la selección sea una familia”. Se trata de tener un líder que posea la experiencia, la intuición y la sicología, para reconocer problemas y saber cómo resolverlos a tiempo. Se trata de lograr que tengan la actitud adecuada, esto es enseñarles y hacerle ver las cosas; pero por sobre todo lograr que tengan ganas de aprender. No se trata sólo de dar órdenes, sino sobre todo de predicar con el ejemplo.

El camino de Quinteros comienza ahora. En este camino no podrán faltar jamás las ganas, el sacrificio, el esfuerzo, la autoridad, las reglas y la personalidad. Atrás de este camino estamos millones de ecuatorianos empujando a quien no sólo es un director técnico exitoso, sino un líder innato.

«La felicidad sobre el campo, el mayor número de decisiones correctas, como en la vida, parte del equilibrio» (*).

Ab. Sylvia Meneses Echeverría
Máster Internacional en Sport Management
@pilumeneses

(*) Frases de Pep Guardiola, Otra manera de ganar. Autor: Guillem Balagué. Rocaeditorial.