Cuando leemos una definición de la palabra “crisis”, esto es en mayor o menor medida lo que encontramos: Cambio importante en el desarrollo de un proceso que da lugar a la inestabilidad. Problema, conflicto, situación delicada. Partiendo de estas definiciones, lo primero que hay que dejar claro es que el fútbol ecuatoriano SI está en crisis; y no ahora, sino hace ya varios años.

El fútbol ecuatoriano cometió un error fundamental y ese fue la falta de previsión, la falta de visión y la incapacidad ante los cambios. Se pensó que el panorama del fútbol permanecería inamovible y no evolucionaría. Durante muchos años el mundo del fútbol no tuvo ni dios ni ley. Los dirigentes pensaban que sin importar si otros sectores evolucionaban, ellos podrían tener siempre el control del fútbol y que así sería siempre. Evidentemente esto no pasó. Durante los últimos 50 años el mundo se ha transformado y el modo de vivir es otro. Y nos cueste aceptarlo o no, la capacidad de adaptación se ha convertido en una característica de supervivencia.

El fútbol ecuatoriano creyó que con los éxitos deportivos bastaría. Es cierto que durante los últimos 13 años se consiguieron los mejores éxitos deportivos en lo que al fútbol de nuestro país se refiere, tanto a nivel de selección como de clubes. Pero es aquí donde debemos entender la evolución del fútbol a nivel mundial. Nuestro fútbol no cambió ni evolucionó. Siguió manejando el mismo sistema de siempre, sin la capacidad ni la previsión para desarrollar una estructura sólida y con modelos de gestión eficaces alrededor de nuestro fútbol.

En el fútbol de hoy, no bastan los resultados deportivos. Los éxitos conseguidos dentro una cancha forman parte de un todo mucho más grande. Desarrollar una estrategia de gestión amparada en los logros deportivos es uno de los mayores errores que hoy pueden cometerse en este negocio. La crisis que hoy evidencia nuestro fútbol es el claro ejemplo de esta situación. Por un lado se consiguen éxitos futbolísticos a nivel nacional e internacional, y también la economía del fútbol nacional crece; pero por el otro lado se derrumba el sistema financiero y administrativo: clubes endeudados, modelos de gestión improductivos y anacrónicos, un manejo institucional deficiente o inexistente, falta de transparencia y control, denuncias que van y vienen, sanciones que están a la orden día y cuentas y balances institucionales sin explicación.

Los autores Simon Kuper y Stefan Szymanski, en su libro ¡El fútbol es así!, no se equivocan al explicar lo siguiente: En la mayoría de las industrias, un mal negocio entra en bancarrota, pero los clubes de fútbol casi nunca lo hacen. Ningún club de fútbol desaparece debido a sus deudas. Da lo mismo cuánto dinero malgasten los clubes; siempre habrá alguien que los avale. Esto es lo que en el mundo de las finanzas se conoce como “riesgo moral”: cuando uno sabe que estará a salvo independientemente del dinero que pierda, se siente libre de perderlo. Los clubes de fútbol son incompetentes porque pueden.

El cambio y renovación en nuestro fútbol debe ser inminente. Ya hemos perdido mucho tiempo, y se necesita recuperarlo. Se trata de que el fútbol nacional evolucione, progrese y se adapte. No se puede seguir esperando. Necesitamos un fútbol moderno capaz de tener protagonistas y clubes que implementen nuevos modelos de gestión, controles administrativos y financieros eficaces y efectivos, presupuestos equilibrados, estructuras y planificaciones modernas, acompañadas de un manejo serio y transparente.

Por: Ab. Sylvia Meneses Echeverría
Máster Internacional en Gestión y Marketing Deportivo
Twitter: @pilumeneses