“Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto. Y cuando pierdes, sucede todo lo contrario.” Marcelo Bielsa.

Que existía un video era una de esas cosas que te cuentan los amigos en la esquina del barrio, una especie de leyenda urbana que no te la crees hasta que lo tienes en tus manos. Por esos avatares de la vida, un amigo de twitter me envió los enlaces y fue más curiosidad pura por lo que me senté a verlos; en el video, el técnico argentino Marcelo Bielsa se despachaba con un estudio que había realizado con su cuerpo técnico previo a su llegada al Athletic de Bilbao en donde se podía ver una bitácora de jugadores, minutos jugados, tarjetas rojas, lesiones, entre otras cosas, un ejercicio que recuerda más un informe gerencial de alguna multinacional antes que el análisis de un entrenador de futbol.

Bielsa es de esas personas que vive futbol, respira futbol, come futbol y sueña futbol. El hombre que casi le niega el saludo al presidente de Chile Sebastian Piñera cuando era el seleccionador austral es el mismo que durante los partidos que dirige bebe agua constantemente, a ratos toma café, se come las uñas y hasta se masajea las piernas. Pero ese “loco” que tiene una fe devota por las Clarisas va dejando su sello personal por donde va pasando, con esa particular forma de sentir sus equipos, de gritar en los entrenamientos a sus jugadores para meterles presión hasta el cansancio, de usar la repetición como medio para la asimilación de un concepto futbolístico.

Cuando Bielsa llego al Marsella me llego otro video, era uno de la pretemporada del conjunto galo bajo la conducción del entrenador argentino en donde se muestra de nuevo esa alta intensidad que siempre quiere imprimir a sus conjuntos. La misma intensidad que crea equipos imparables, que te asfixian y te golpean, con ese esquema alcanzo a sumar ocho victorias consecutivas y ser líder; pero como canta Hector Lavoe, todo tiene su final, el equipo del rosarino perdió el Domingo con el Olympique de Lyon en liga y este Miércoles quedó eliminado en dieciseisavos de final de la Copa tras perder 2-1 en Rennes. Pero se necesitan más que dos derrotas para robarle la ilusión a un loco, para secuestrarle a una ciudad la fe por un técnico que ama a sus fans más pequeños.

Aún es muy temprano sacar conclusiones, Le Championnat no ha llegado a la mitad del ciclo y Marcelo no se confía, trabaja incansablemente, sabe bien que el éxito es fugaz, por eso no deja de gritar en cada en cada entrenamiento, por eso no deja de sufrir cada 90 minutos que se acuclilla al borde de la cancha, por eso no puede contenerse cuando las cosas no salen y nadie mejor que Steve Mandanda, portero y capitán del Marsella para descifrar el fenómeno: «La explicación real del cambio en el equipo, es el entrenador» y no está lejos de la realidad, entre una temporada y otra, el grupo no ha cambiado mucho, lo único que cambió fue un director técnico que más que una adaptación táctica, ha logrado implantar una idea sin cambiar las piezas. Bielsismo puro.