Bien podría ser la mayor apuesta de todos los tiempos: en un par de horas de una noche de sábado, Florentino Pérez se jugará 890 millones de dólares. La enorme cifra resulta de la conversión de los 650 millones de euros invertidos por el presidente del Real Madrid desde que en 2009 asumió por segunda vez al frente del club español.

El escenario de la apuesta no será un casino, sino el Estadio da Luz de Lisboa. Tampoco habrá croupiers, sino cuatro árbitros, aunque si se verá a muchos millonarios en torno a un tapete verde.

Sólo el Atlético de Madrid puede quebrar el sueño florentinista de llevar «la décima» al club blanco, una nueva Copa de Europa para agigantar la leyenda que se paralizó desde 2002 con el noveno título ganado en Glasgow.

«RAZÓN DE SER»

«La Copa de Europa es la razón de ser del madridismo», repite una y otra vez Pérez cuando tiene la oportunidad. Y esa «razón de ser» originó en el club algo parecido a la ansiedad al ver cómo los años pasaban desde aquel ya remoto 2002.

De aquel equipo sólo Iker Casillas permanece. Bajo su portería, el arquero del Real Madrid asistió a incontables proyectos y a un desfile ingente de futbolistas y entrenadores que fracasaron en su intento de devolver al equipo español al lugar que reclama su presidente, que viene acumulando fracaso tras fracaso en la Liga de Campeones.

Cuando Pérez regresó a la presidencia del Real Madrid, lo hizo después de una convulsa etapa con su odiado Ramón Calderón como mandatario. Y nada más llegar sacó de la chistera cuatro nombres poderosos:

Cristiano Ronaldo -negociado por su predecesor-, Kaká, Xabi Alonso y Karim Benzema. A esos futbolistas se unieron otros fichajes como los de Raúl Albiol, Alvaro Arbeloa o Esteban Granero.

BALANCE NEFASTO

El resultado de aquella temporada 2009-10 fue nefasto: el equipo fue eliminado en octavos de final de la Liga de Campeones pese a la inversión récord de 258 millones de euros (unos 350 millones de dólares) en fichajes.

Pérez pegó un nuevo «volantazo» y eliminó del banquillo al sereno Manuel Pellegrini para encomendar el nuevo proyecto al portugués José Mourinho, con un perfil radicalmente diferente al chileno.

En los tres años de Mourinho llegaron Sergio Canales, Mesut Özil, Angel Di María, Ricardo Carvalho, Sami Khedira, Pedro León, Emanuel Adebayor, Nuri Sahin, Raphael Varane, José Callejón, Fabio Coentrao, Hamit Altintop, Luka Modric, Michael Essien y Diego López. En total, cerca de 200 millones de euros de inversión (más de 270 millones de dólares) para ganar una Liga española y una Copa del rey.

El equipo llegó a tres semifinales de la Liga de Campeones, pero no pasó de ahí. «Hemos aprendido a competir», fue el consuelo de Mourinho. Pero aprender a competir no era suficiente para Pérez.

El fracaso de Mourinho trajo un nuevo entrenador, el experimentado Carlo Ancelotti, de nuevo con un perfil radicamente diferente al de su antecesor. De la mano del italiano, y con bastante más calma que en la anterior etapa, el Real Madrid llegó a la final de la Liga de Campeones 12 años después.

NO SALE GRATIS

Pero el logro, pendiente de coronación, no salió gratis, porque el Real Madrid invirtió 190 millones de euros (260 millones de dólares) con las contrataciones de Gareth Bale, Casemiro, Dani Carvajal, Asier Illarramendi e Isco.S

i la nómina de futbolistas es sustancial, otro tanto se puede decir de los entrenadores. Vicente del Bosque consiguió la Liga de Campeones de 2002, pero un año después fue destituido al día siguiente de ganar la Liga española.

Desde entonces se sucedieron los técnicos: Carlos Queiroz, José Antonio Camacho, Mariano García Remón, Vanderlei Luxemburgo, Juan Ramón López Caro, Fabio Capello, Bernd Schuster, Juande Ramos, Pellegrini, Mourinho y Ancelotti.

Lo que nadie duda es de que la próxima temporada habrá otra inversión millonaria en fichajes, ya que no parece que Pérez vaya a renunciar a una de sus actividades favoritas, como es la presentación de grandes estrellas en el Santiago Bernabéu. La cuantía dependerá seguramente de si su equipo conquista la soñada «décima» o si vuelve a sumar un nuevo fracaso en el intento.

El sábado, en el «casino» de la Champions, sabrá su destino