Gustavo Costas ya se ganó un puesto en el libro de la historia de Barcelona tras haber ganado la tan ansiada estrella 14 en el 2012, un logro que demoró en llegar 14 años y que paralizó a un país entero.

En el 2013, con un panorama complicado desde lo futbolístico, Costas intenta levantar a un equipo que todavía no puede demostrar un funcionamiento colectivo-sostenido que le permita tener una identidad de juego.

Uno de los puntos más bajos de esta temporada ha sido el del aporte extranjero de los amarillos, la llegada de Castillejos y Olmedo no ha marcado una diferencia estable en el rendimiento del equipo, de hecho muchas veces se ve más fluido el juego sin ellos; Nahuelpán se escapa de las críticas, a base de buen fútbol, goles y mucho sacrificio, se ha ganado la aceptación del público.

Echando ojo para atrás, desde la llegada de Costas no ha existido un refuerzo extranjero de “peso” que el haya recomendado y se pueda haber adaptado al juego.

Los casos de Ferreyra y Reboredo en el 2012 no dejaron con buen sabor de boca a la hinchada, si bien el peruano terminó jugando en la titular de Costas, no se llevó un membrete de refuerzo extranjero, fue un jugador que solo no desentonó.

La llegada este año de Castillejos y Olmedo, quienes fueron solicitados por el DT, no llena la retina, no se acoplan al estilo vertiginoso de un BSC que consiguió la gloria el año pasado.

Solo ha pasado tres meses, la hinchada espera ver a los extranjeros, la asignatura pendiente de Costas