Mientras los hinchas de River se mataban por conseguir un PIN que les permitiera acceder a las entradas para la final de la Copa Libertadores, en Chile, sede de la definición, las autoridades del fútbol decidieron suspender una nueva jornada, la tercera que no se juega desde que estalló el conflicto social y económico, ya que no se podía garantizar la seguridad en todos los estadios.

El partido que debía abrir la jornada en Chile era justamente en el Estadio Nacional, donde en poco más de tres semanas River y Flamengo buscarán consagrarse campeones continentales, entre la U de Chile y O’Higgins. Más allá de la incertidumbre que genera en los hinchas, para las autoridades del fútbol trasandino empiezan a vislumbrarse problemas concretos en el calendario.

Además de la final de la Libertadores, en noviembre hay fecha FIFA, lo que limita la posibilidades de reprogramar partidos. Y más allá del torneo local, también debe disputarse la Copa Chile. Por eso, una posibilidad es condensar las fechas suspendidas con partidos en días de semana.

Si bien la situación general es de desconcierto, los próximos días serán clave para tener un panorama más claro. Por otra parte, habrá que ver en qué condiciones llega el estado del campo de juego del Estadio Nacional si en los días previos a la final se reprograman allí varios de los duelos postergados.