El 29 de diciembre de 2013, la vida de Michael Schumacher dio un giro de 180 grados en los Alpes franceses. El expiloto alemán, que hasta entonces acumulaba récords y títulos en la Fórmula 1, sufrió un accidente de esquí en la estación de Méribel que marcó un antes y un después. Aquel hecho no solo detuvo su carrera deportiva, sino que transformó el día a día de su entorno familiar más cercano y lo sumió en una realidad marcada por la reserva y el hermetismo.
Schumacher, quien se encontraba junto a su hijo Mick, de 14 años, decidió abandonar momentáneamente la pista señalizada. Una roca oculta bajo la nieve le hizo perder el equilibrio y, tras caer violentamente, su cabeza chocó contra otra piedra. El casco que llevaba puesto se partió durante el impacto. Los informes médicos posteriores coincidieron en que esa protección fue fundamental para evitar una tragedia aún mayor. De inmediato, fue trasladado en helicóptero al hospital de Grenoble, donde se le diagnosticó un severo traumatismo craneoencefálico, con hemorragias y edema cerebral. Los médicos intervinieron de urgencia en dos ocasiones y lo mantuvieron en coma inducido para controlar la presión intracraneal.
Durante semanas, el parte médico se mantuvo en términos reservados, describiendo su situación como “crítica pero estable”. Esa expresión, repetida en cada actualización, reflejaba tanto la gravedad del cuadro como la incertidumbre sobre la evolución del piloto. En junio de 2014, Schumacher despertó del coma y fue derivado a un centro de rehabilitación en Lausana, Suiza, antes de regresar finalmente a su domicilio familiar, adaptado para convertirse en una unidad médica privada.
La familia Schumacher, liderada por Corinna, su esposa, optó por un control absoluto sobre toda la información relativa a su salud. Desde 2015, el hermetismo es la norma. El acceso a Schumacher está restringido a un grupo muy pequeño y de confianza, y la consigna ha sido clara: “Lo privado es privado”. Corinna ha sido la principal impulsora de esa política, gestionando tanto la comunicación como los recursos necesarios para sostener la atención médica de Michael, que requiere una infraestructura de alto nivel y atención las veinticuatro horas, con un equipo de hasta quince profesionales. Se estima que el coste de este dispositivo supera los siete millones de euros anuales.
A lo largo de estos años, las actualizaciones sobre el estado del expiloto han sido escasas y procedentes de fuentes muy seleccionadas. Jean Todt, exdirectivo de Ferrari y uno de los amigos más cercanos a la familia, es uno de los pocos que mantiene contacto regular con Michael. Todt resumió la situación actual con una frase contundente: “Michael está aquí, pero no es el Michael que solía ser”. Sus palabras insinúan que Schumacher se encuentra en un estado de severa limitación cognitiva y física. La comunicación verbal no es posible y, según algunas informaciones, podría responder con leves movimientos oculares, lo que apunta a una conciencia mínima.
Mick Schumacher, el hijo menor, ha hablado en pocas ocasiones sobre la salud de su padre. En un documental reconoció que daría “cualquier cosa” por poder entablar una conversación con él, dejando entrever la dificultad del cuadro. No obstante, Todt mencionó que ambos ven carreras de Fórmula 1 juntos, lo que sugiere que Michael conserva algún nivel de percepción y vínculo afectivo con el deporte.
La privacidad de Michael Schumacher
La política de privacidad se ha extendido también al terreno legal. En 2024, la familia logró una sentencia favorable contra una revista alemana que publicó una entrevista falsa, generada con inteligencia artificial y atribuida al piloto. Este episodio estableció un precedente relevante sobre el uso de nuevas tecnologías y la protección de la imagen personal. Además, ese mismo año se denunció un intento de extorsión por parte de un exempleado, que robó material médico y personal con la intención de chantajear a los Schumacher. La policía actuó con rapidez, impidiendo la difusión de ese contenido.
En paralelo a la protección de la privacidad de Michael, la familia ha realizado movimientos patrimoniales relevantes. La venta de bienes como el jet privado y algunas residencias ha respondido a la necesidad de reorganizar los recursos, no a problemas económicos inmediatos. Entre las compras figura la Villa Yasmin, en Mallorca, una propiedad con altos niveles de resguardo, donde la familia puede refugiarse sin la presión de los medios. Allí se celebró la boda de Gina Maria, la hija mayor, en septiembre de 2024, un evento en el que se especuló con la presencia de Michael, aunque nunca se confirmó oficialmente.
Michael Schumacher sigue siendo una figura admirada y recordada en la historia de la Fórmula 1, aunque su realidad se mantenga apartada de la mirada pública. La familia ha construido una nueva normalidad, sostenida por la fortaleza, la discreción y la determinación de protegerlo, lejos del ruido que alguna vez acompañó su carrera deportiva.
TOMADO DE INFOBAE



