Largos años después, en una entrevista, Rodolfo D’Onofrio llegó a decir: “Sentí temor el día del gas pimienta. Ese día en la cancha sentía que nos iban a matar”. Una sensación de desamparo recorrió los corazones el 14 de mayo de 2015, en la Bombonera, seguramente la peor noche del fútbol argentino en la historia reciente. La noche del gas pimienta.
Después, un mar de sospechas. Algunas crecen a medida que transcurre el tiempo.
El presidente bajó del palco, ingresó en el campo de juego y armó un revuelo en un contexto desolador. “Jamás pensé que iba a entrar a la cancha de ningún club, pero si se repitiera un hecho vandálico intencional, como fue ese día, y está en juego la salud de los jugadores del equipo que yo presido, que pueden ser hasta hijos míos... lo volvería a hacer”, contó en una entrevista con TyC Sports.
La supuesta conexión millonaria con la Conmebol, con los dueños de la transmisión y hasta la FIFA. En el medio, Alejandro Burzaco, el ex CEO de Torneos que luego se declaró culpable de tres cargos en la investigación por el FIFAgate. Hasta la hipótesis bajo la figura de Alejandro Domínguez, el hombre fuerte de Asunción.
Fantasmas, realidades y suspicacias, detrás de un escritorio. “Fue espontáneo. No fui para tratar de que el partido se suspendiera. La espontaneidad fue ir a ver a los jugadores”. Se reunió con Marcelo Gallardo, discutió con Rodolfo Arruabarrena, desairó a los jugadores de Boca y les dio contención a los futbolistas de River, como Leonardo Ponzio, envuelto en lágrimas.
Y le advirtió al árbitro del partido, Darío Herrera: “Tenga en cuenta que los jugadores están bajo su responsabilidad”. El dirigente, que presidió el gigante millonario entre el 15 de diciembre de 2013 y el 14 de diciembre de 2021, fue un protagonista central. No fue el único, claro.
“Lo mandé a la mierda. La gente nos conoce y se sabe quién es el que miente”, contó el Vasco, a la distancia. “Hizo referencia a una situación del club, eso es algo que a mí me saca. Queda ahí, nada más. Él sabe bien lo que dijo”, sostuvo, enigmático. Y contó una versión diferente a lo que ocurrió: “La persona que estaba de Conmebol en la cancha me aseguró que lo que restaba del partido se iba a jugar dos o tres días después”.
Nunca se reanudó. River pasó a los cuartos de final de la Copa Libertadores, trofeo que consiguió semanas más tarde. Había ganado por 1 a 0 el primer chico (Carlos Sánchez, de penal) y la revancha tuvo máxima tensión. Se jugaron apenas 45 minutos, sin goles, hasta la barbarie. La Conmebol, tres días después, le dio el partido ganado a River por 3 a 0. Mentiras o verdades: algunos aseguran que el informe fue redactado con el espíritu del club millonario, en lugar del juez.
¿Qué pasó?
Un grupo de fanáticos de Boca, encabezado por Adrián Panadero Napolitano, agredió a los jugadores de River al arrojarles gas pimienta desde la tribuna hacia el túnel por el que los futbolistas ingresaban a jugar el segundo tiempo. Varios futbolistas quedaron afectados, Ponzio fue uno de los más complicados. También sufrieron la agresión Leonel Vangioni, Ramiro Funes Mori, Sebastián Driussi y Matías Kranevitter, con los ojos llorosos y enrojecidos.
“Era solo meter presión, se nos fue de las manos porque la idea no era dañarlos físicamente. Estaba todo arreglado para que pasara River, igual que todo lo que vino después”, contó el Panadero, despedido del club xeneize al poco tiempo.
Dentro del campo de juego, los jugadores de Boca mostraron poca solidaridad con los de River. Es más: se formaron como para que el partido continuara.
Dos horas después del escándalo, Darío Herrera suspendió el súper. Los equipos salieron separados de la cancha: primero, lo hicieron los millonarios, acompañados por Arruabarrena y protegidos por los escudos de la Policía, bajo una lluvia de silbidos y botellas. Luego, lo hicieron los xeneizes, que previamente saludaron a los hinchas que quedaron en las tribunas, más allá de la medianoche.
El clima fue efervescente. Había una bandera gigante en la popular xeneize a modo de anticipo. “Si nos cagan otra vez, de La Boca no se ba nadie”, sentenciaba el estandarte en el sector que da espaldas a Casa Amarilla, con una ironía a River por su travesía en el Nacional.
River actuó rápido y envió a Conmebol una comitiva que presentó las pruebas al Tribunal de Disciplina. “Yo voy donde me citan. Toda la documentación que llevó River, Conmebol ya la tenía”, asumió Daniel Angelici, presidente de Boca.
“Los partidos se empiezan, terminan y se ganan adentro de la cancha. Porque eso te deja de rehén: entonces no va a ser muy difícil mandar a unos hinchas con camisetas a otro estadio y hacer algo parecido para que le descuenten los puntos al otro. Hay que jugarlos. Después la sanción tiene que ser dura”, tomaba nota.
El empresario quedó marcado por ese episodio. Y en 2018 quiso tomar la decisión contraria, por los incidentes en las adyacencias del Monumental, cuando los hinchas de River atacaron el micro que transladaba al plantel de Boca.
El boliviano Roger Bello, el veedor de la Conmebol, también recordó aquella noche oscura.
“En el segundo tiempo, apareció un inadaptado, al que llamaban ‘Panadero’; rompió la manga por donde salía River Plate y echó gas pimienta consiguiendo dañar la vista de al menos seis jugadores. Ellos cayeron en la cancha, los auxiliamos, pero en pleno afán y con mucho desespero, se colocaron agua, que los empeoró. Fueron transcurriendo los minutos mientras iba coordinando todo con un jefe policial que me ayudó bastante, muy capaz, con experiencia en este tipo de eventos públicos”, contó, en una charla radial.
Siguió con el relato: “Llegamos a pasar los 40 minutos, que es el lapso que tenemos que esperar para tomar una decisión. Decidimos jugar con los tiempos, esperamos a que la gente se retirara de ambas tribunas, porque había niños. Esa gente fue la primera en salir de un estadio con capacidad para 43.000 espectadores y que acabó con 12.000 en poco tiempo. Luego pasó la hora y media hasta que se tomó la decisión -conjuntamente con el árbitro Herrera-, de que el partido tenía que ser suspendido, porque realmente no estaban las condiciones para continuar porque los jugadores estaban muy dañados".
La relación entre River y Boca se quebró. Más allá de las charlas públicas entre D’Onofrio y Angelici en esos años, algo se rompió. Jorge Brito y Juan Román Riquelme mantienen una relación distante, fríamente cordial.
TOMADO DE LA NACIÓN