Nico Williams tiene a San Mamés en el bolsillo. El extremo internacional es el tipo más querido en La Catedral. Haber dado portazo a todos los clubes que han tocado su puerta este verano, que es algo que también hizo el pasado, tiene premio en forma de un cariño ilimitado. El menor de los hermanos Williams regresó a San Mamés como un héroe. Seguro que disfrutó como un niño del cariño que le transmitieron desde que saltó al campo veinticinco minutos antes del comienzo del encuentro para echar un rondo con el resto de los suplentes.

El MVP en la final de la pasada Eurocopa fue el tipo más buscado por los que entraban al estadio. Todos sabían que sería suplente porque Valverde le quería cuidar tras su extraordinario rendimiento con la selección española, pero todos querían reconocerle su vinculación con el Athletic. Nico saltó al rondo con sus compañeros con gesto casi tímido ante los aplausos de los entonces todavía pocos asistentes a San Mamés. Eludía un protagonismo que dejaba para los que jugarían de inicio. Lucía un imponente pendiente. Señal de que no iba a jugar en un buen rato.

El inicio de la segunda mitad le llevó a la banda de calentamiento y ahí sí que San Mamés, con casi 48.000 espectadores, se entregó al menor de los Williams. El aplauso y la ovación estuvieron a la altura de la que se llevó el debutante Padilla cuando hizo un paradón ante Aleña. Claro está, los decibelios se multiplicaron cuando a 20 minutos del final Valverde le metió al campo con ánimo de recomponer el empate que había hecho poco antes de Getafe.

Nico, que en su estreno con el dorsal 10 eligió una camiseta de manga larga pese a la buena temperatura veraniega, fue recibido con un par de empujones por Iglesias que el árbitro pasó por alto sin llamar la atención al defensor del Getafe. Quizá era su forma de marcar territorio. Se equivocó, porque era el territorio Williams. En el poco tiempo que estuvo en el campo tuvo tres buenas acciones por banda y dos remates, uno de ellos en un lanzamiento de falta. Además, cada vez que el balón iba hacia su posición un cosquilleo se apoderaba de La Catedral.

El empate emborronó la vuelta de Nico. También el debut de Padilla. Al término del encuentro, cuando los jugadores saludaban a los hinchas más jóvenes del fondo Norte, los aficionados jalearon a Nico, que en vez de dar un paso adelante se quedó con el resto de sus compañeros. No era día para ser más que nadie, aunque lo que sí hizo fue atender a una seguidora que ofrecía un mensaje en un pancarta. Nico lo recibió y le entregó su camiseta.

También quiso respetar a Padilla, que había hecho un encuentro brutal en su primer día en San Mamés. El portero fue igual de protagonista y habló al término del partido, algo que Nico no hizo. «A pesar de recibir muchos goles en pretemporada mi confianza en mí no ha cambiado porque confío en mis habilidades. He llegado al partido siendo muy positivo y por suerte he podido ayudar al equipo, pero el sabor es agridulce por el empate», dijo.

TOMADO DE MARCA.