Gareth Southgate es el eterno incomprendido. Un torneo más, la montaña rusa que ha tenido que vivir el técnico inglés se decide en la última fecha, en este caso tras estar por la historia por un logro que quedará en nada si no sale Inglaterra campeona de la Eurocopa.

Nadie, en toda la historia, ha sido capaz de colar a la selección que dirige en dos finales europeas consecutivas. Lo que hace más curioso el asunto de que la prensa inglesa, casi por unanimidad, quiera fuera de los Three Lions a Southgate. Parece que así será, porque el desgaste ha podido con Gareth, quien forma parte de la selección inglesa hasta 2013, llegando desde la base hasta el primer equipo.

La final frente a España se resume en una frase: ganar o abdicar. Así de claro lo dejó el técnico en el inicio de la Eurocopa, antes que se comiera la ácida crítica que rodea siempre al combinado de Inglaterra. No se ha podido escapar nunca. En ocasiones con razón y en otras, unas cuantas, injustamente tratado. Las acusaciones empezaron tras caer en la final de la Eurocopa 2020 en penaltis contra Italia, con la decisión de dar entrada a Saka Rashford, dos chavales para la tanda de penaltis, y la tendencia no ha cambiado a pesar de los buenos resultados.

Pensar de forma fría en una selección que en las dos últimas Eurocopas ha hecho final y cuartos y semifinales en los Mundiales desde luego parece lejos de considerar el trabajo de Southgate como fracaso. Pero el problema para muchos no está en lo que ha sido, sino en lo que pudo ser. Gareth es un entrenador conservador que seguramente ha tenido entre sus manos la mejor generación a nivel ofensivo británica, y no se le perdona su forma de entender el fútbol.

En Qatar fue la primera muestra concreta de las dudas sobre Southgate y sus ideas. De su persona ya las había. Era prácticamente un desconocido como entrenador cuando, prácticamente de rebote y tras salir Sam Allardyce, después de ganar el Torneo Esperanzas de Toulon en 2016 con la Sub-21, tomó el relevo de forma interina. No convencía. Su experiencia más conocida era con el Middlesbrought y no terminó bien e Inglaterra vivía un momento complicado, pero la clasificación para el Mundial de Rusia de 2018 lo confirmó en el puesto.

Jack Grealish fue su primer gran pero. O más bien la no inclusión del mismo en el once titular en ese entonces moviendo a Henderson o Rice del trivote concentrado en el medio del campo. Cayó Inglaterra en cuartos de final y la amargura quedó latente. Tanto, que el aluvión antes incluso de la presente Eurocopa obligó a Southgate a afirmar que si no salía con el trofeo debajo del brazo, renunciaría al banquillo. Para muchos iba a ser imposible. El juego de los ‘Pross’ ha sido malo, rancio, y especialmente por un sistema inicial que pocos podían entender, desaprovechando al mejor Foden en banda izquierda.

Poco crédito ha recibido por cambiar sus ideas. En cuartos de final corrigió el esquema e Inglaterra mejoró, aunque sin saber ganar de forma tranquila. Pero un paso adelante, con más dominio, más fluidez y un fútbol más ofensivo, lo que le pedía su país. Más vale tarde que nunca. España es un duro rival y no va a quedar otra que intentar entrar en la pelea. Será matar o morir para Southgate. El récord esta bien, pero la historia solo recuerda al ganador.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO